El rol natural de la mujer es conservar la especie. Si la población mundial ya es la suficiente, ellas necesitan conquistar roles que eran masculinos.
¿Qué le ocurre a un trabajador cuando se jubila?
Aunque la palabra «jubilación» deriva del vocablo «júbilo» (alegría, gozo, satisfacción), la situación real tiene muy poco de estos sentimientos placenteros.
La persona jubilada necesita enfrentarse a la elaboración de un duelo, similar (aunque no idéntico) a la pérdida de un ser querido o a la pérdida de alguna función orgánica (caminar, ver, oír).
Es muy frecuente que el jubilado se sienta especialmente molesto porque lingüísticamente su rol afirma todo lo contrario. Entonces, no sólo se siente mal por haber «perdido» su ocupación remunerada sino que además se siente triste cuando los demás esperan que esté muy feliz.
Ahora cambio la dirección de estas ideas para comentarles qué le ocurre a un «útero jubilado».
Las mujeres son felices cuando pueden desempeñar su rol principal para el que son «monopólicamente» aptas: gestar nuevos ejemplares.
Si fuera cierto que la cantidad de ejemplares de nuestra especie ya es la suficiente, entonces aquella imprescindible «tarea» de procrear estaría viéndose limitada.
Cuando los humanos moríamos en cantidades por guerras y pestes, ellas eran esenciales, pero la longevidad actual les resta protagonismo. Sus mentes, diseñadas para detentar el rol más valioso de la especie, deben enfrentar un duelo, como el del jubilado que «se queda sin trabajo remunerado».
Es por ese «útero jubilado» que todo el mercado de trabajo transita un período de confusión, transformación, cambio.
Los varones, que nos sentíamos protagonistas como proveedores de la mujer y sus (nuestros) hijos, ahora ya no somos tan necesarios y hasta compiten con nosotros.
En suma: La «jubilación del útero» provoca la angustiante jubilación anticipada del protagonismo de los varones.
(Este es el Artículo Nº 121)
●●●
No hay comentarios:
Publicar un comentario