sábado, 6 de abril de 2013

El nuevo papa suena como el dinero



 
Desde el psicoanálisis es posible decir que si el nuevo papa es argentino, lingüísticamente significa que «suena como la plata (¿dinero?)».

No puedo evitar suponer que un ser humano en el que predomina el pensamiento mágico tiene severas dificultades para vincularse con la realidad y que, por lo tanto, también tendrá dificultades para ganarse el sustento.

Los niños no pueden encargarse de las tareas que hacen los adultos precisamente porque en su cerebro predomina el pensamiento mágico.

La humanidad parece evolucionar como un ser humano: antiguamente, hace siglos, la mayoría tenía creencias fantásticas,  ilusorias, místicas. Hoy en día eso ha cambiado un poco pero no demasiado.

De esta reflexión resultaría que en nuestra evolución, promedialmente pensamos como niños de nueve o diez años. Entre nosotros los hay que piensan de forma muy concreta y rigurosa pero también los hay quienes siguen pensando que existen fuerzas mágicas, espíritus, milagros.

Cada uno de nosotros creemos que estamos funcionando bien, que ocupamos el grupo de los más evolucionados y que nuestros criterios aumentan el promedio de maduración de toda la especie.

Este blog está destinado a mis artículos que refieren a la pobreza patológica, es decir, aquella escasez indeseada para quien la padece y de la que no puede salir porque su funcionamiento psicológico se lo impide.

En general estoy alentado por la hipótesis de que, lo que no pudo hacer la economía para eliminar este tipo de pobreza, podría hacerlo el psicoanálisis que utilizo como teoría, punto de vista, filosofía.

Corre el año 2013 y hace poco, la religión más populosa de los hispanoparlantes, la Católica, tiene un nuevo jefe y lo novedoso es que ahora «el papa es argentino» porque nació en Argentina.

Algo que un psicoanalista puede opinar es que la palabra «argentino» significa «que suena como la plata (¿dinero?)» (1).

 
(Este es el Artículo Nº 1.836)

El miedo a vivir y el desarrollo cerebral




El cerebro interrumpe su desarrollo y continúa produciendo pensamientos mágicos mientras el miedo a vivir no cede.

Los eruditos son personas con el poder que confiere el haber leído muchos libros y tener la memoria suficiente como para repetir gran parte de lo que leyeron.

Tal cual ocurre con un ilusionista o prestidigitador, quienes asignan el calificativo de «erudito», ingenuamente creen que el adjetivado realmente sabe aunque aceptarían entender que en realidad, más que «saber», lo que hace es recordar algo que otros escribieron.

En otras palabras, popularmente decimos que alguien «sabe mucho» cuando lo que en realidad ocurre es que expresa, dice, vocaliza, expone, algo que su cerebro es capaz de recordar, como si fuera el disco duro de una computadora complementado por la capacidad de hablar.

Le propongo que usted mismo se apropie de ese poder de los eruditos, pero sin hacer trampas como él: simplemente le sugiero que piense, reflexione, analice y luego crea en sus conclusiones, a sabiendas de que no recibirá un Premio Nobel, ni le harán entrevistas por la televisión, ni le pedirán su autógrafo.

Además de creer en su propio discernimiento, no le vendría mal reconocer que sus conclusiones pueden ser equivocadas, tan equivocadas como las que puedan pensar y enunciar los intelectuales más famosos.

No existen personas sobre-humanas, nadie va más allá de lo que la especie permite: no volamos, no respiramos debajo del agua, todos padecemos miedos, angustia, inseguridades, creencias insólitas, geniales y estúpidas.

Famosos e ignorados pasamos por alguna etapa del desarrollo en el que nuestro cerebro segrega pensamientos mágicos que nos permiten calmar los miedos imaginando magos, personajes milagrosos, adivinos, futurólogos, telépatas, sabios que todo lo saben y que jamás se equivocan.

El cerebro se mantiene en esa etapa del desarrollo mientras el miedo a vivir no cede.

(Este es el Artículo Nº 1.853)

Nuestro inconsciente visto en los otros




Para nuestra conciencia los demás tienen las particularidades nuestras que mantenemos en el inconsciente por impresentables, antisociales e irresponsables.

Las personas raras, extravagantes, atípicas, muy diferentes al resto, especiales, suelen pagar un costo alto por su condición.

Los humanos recelamos de quienes, a pesar de parecer de nuestra especie, tienen sin embargo rasgos que los diferencian.

Recelamos y desconfiamos de los extranjeros, de los transexuales, de quienes tienen un color de piel diferente al nuestro, de los muy fuertes, de los muy débiles, de los muy feos o demasiado hermosos.

Cuando nos cruzamos con un semejante queda en evidencia que andamos por la vida aceptando solo a nuestros iguales y sobre todo a quienes nunca terminamos de encontrar: a los maravillosos idénticos a nosotros.

Claro que los factores exteriores son los más notorios y excitantes, es decir, provocadores de nuestra reacción, intolerancia, desconfianza.

Los otros factores, los menos visibles, también nos provocan algún tipo de reacción adversa, irritada, antisocial.

Pondré un ejemplo para explicar mejor a qué me refiero.

En un edificio de varios pisos elevados viven muchas familias. En este tipo de construcción es habitual que alguna pérdida de agua estropee el techo de la vivienda que está abajo.

Los habitantes de la unidad perjudicada pueden ser personas que, sin saberlo, tratan de evadir todo tipo de responsabilidad. Aunque suene pesimistas la mayoría de la población actual se imagina muy respetuosa de los derechos ajenos pero, insisto, sin darse cuenta, son fuertemente omisos, descuidados, indiferentes ante los intereses de los otros.

El perjudicado reclamará una veloz reparación de los daños sufridos, pero hay algo que ignora: Desconoce que si él fuera el responsable de hacer los arreglos intentaría evitarlo...por eso, no solicitará amablemente sino que exigirá con enojo sobreentendiendo inconscientemente que el vecino es tan irresponsable como él.

(Este es el Artículo Nº 1.846)

Quienes predicen ejecutan lo pronosticado

 
Quien aconseja incluyendo terribles consecuencias para el caso de desobediencia a lo aconsejado, actuará para que sus predicciones se cumplan.

Tenemos múltiples debilidades. Una de ellas es la incertidumbre, la ansiedad que nos provoca el futuro desconocido.

No es que quiera hacer publicidad a favor de los demás animales pero ellos han logrado algo que para nosotros es fatal: no se preocupan por la muerte.

¡Son geniales y envidiables!

Los humanos no tenemos más remedio que engañarnos para poder convivir con la sensación de que somos la especie más imperfecta y vulnerable. Si esto mismo le pasara a los perros o a las iguanas, estoy seguro de que ellos se engañarían a sí mismos tanto como nosotros.

Es por todo esto que los humanos nos mentimos creyendo cosas insólitas. Por ejemplo, creemos que existen fórmulas infalibles para no padecer algunos problemas clásicos de nuestra biología.

Claro que, después de haber aceptado la credibilidad de esos procedimientos, quedamos pendientes de que no vayan a aparecer demasiadas excepciones que nos hagan dudar de su eficacia.

Por ejemplo, algunos dicen que hay que tomar dos litros de agua por día, sin importar la temperatura, ni la actividad física, ni el tipo de alimentos ingeridos, ni la humedad ambiente: hay que tomarse esos dos litros de agua sea como sea.

Una vez que esta «certeza» nos permite disminuir la mortificante incertidumbre, sobre si nos enfermaremos o no, respecto a si se nos arrugará la piel o no, de si estaremos felices o no,  solemos pasar a la Etapa II: recomendar la fórmula a otros, sin ahorrar ninguna de las trágicas consecuencias que provocaría la desobediencia.

Quienes escuchamos esa recomendación y sus amenazas solemos no darnos cuenta de que el profeta hará hasta lo imposible para que se nos cumplan sus horribles predicciones.

(Este es el Artículo Nº 1.845)


Marketing directo entre hombres y mujeres



 
La relación natural entre varones y mujeres en plan reproductivo es el modelo que copian las técnicas de comercialización («marketing directo»).

Por «marketing directo» se entiende toda aproximación personalizada, (por teléfono, Internet, correo), con la intención de ofrecer algo. Se diferencia de la publicidad en que esta no está dirigida a nadie en particular.

La relación entre varones y mujeres es el modelo de estas técnicas de venta. La Naturaleza nos ha dotado de ciertas actitudes, gustos, necesidades y deseos para que finalmente, los animales en general y los humanos en particular, conservemos nuestras especies fecundándonos.

Como he mencionado en otros artículos (1), en los mamíferos es la hembra la que entra en celo, convocando aromáticamente a los machos que podrán fecundarla. Entre los humanos, son ellas las que seducen a los varones aptos para embarazarlas.

Desde el punto de vista del marketing, ellas son las compradoras y ellos son los vendedores porque se ofrecen de todas las formas posibles para que ellas los elijan como padres de los hijos que procuran gestar.

Lo que hacen las mujeres no es ofrecerse sino demostrar que tienen poder adquisitivo, riqueza, disponibilidad económica que, en otros términos equivale a decir que disponen de las hormonas suficientes como para necesitar un varón que las fecunde.

El «marketing directo» elige a los potenciales clientes que se caracterizan por haber demostrado actitud compradora de ciertos bienes y servicios. Por ejemplo, si alguien compró un televisor quizá quiera comprar amplificadores y parlantes; quien tiene muchos años de edad, quizá quiera comprar una parcela en un cementerio; quien acaba de contraer matrimonio quizá quiera comprar pañales desechables.

Los varones «en venta», (porque desearían ser padres), se ofrecen a las mujeres que parecen «potenciales compradoras», (que desearían ser madres), porque estas se muestran eróticas, sensuales, sexys, coquetas, inquietas, perfumadas.

       
(Este es el Artículo Nº 1.844)