viernes, 8 de noviembre de 2013

Somos afectivamente iguales


En nuestra especie todos tenemos los mismos sentimientos, pero somos afectivamente distintos porque la intensidad de cada sentimiento es diferente.

Para explicarle a mi sobrino de 11 años cómo es la psiquis de los humanos le dije que se parecía a un ecualizador, como el que él tiene en su equipo de audio.

Claro que mi ejemplo fue muy imperfecto y rudimentario porque después, al consultar en Wikipedia qué es un «ecualizador», descubrí que no sé bien qué es y, además, tampoco logré entender la explicación.

Imaginemos entonces que un «ecualizador» es un dispositivo que permite seleccionar una por una las notas de sonido que amplifica. En lugar de tener una sola perilla que, haciéndola girar aumenta o disminuye todo el volumen de la música que sale por los parlantes, con un ecualizador podríamos aumentar o disminuir el volumen de cada nota musical que compone la melodía que deseamos escuchar.

Por lo tanto, este ecualizador imaginario no deja de ser un conjunto de potenciómetros (controladores de volumen) que afectan cada nota musical.

La psiquis está compuesta por todos los sentimientos propios de nuestra especie. Concretamente me refiero al amor, odio, envidia, celos, rencor, venganza, y muchos más que todos conocemos bien.

Si estos sentimientos fueran notas musicales podríamos pensar que la personalidad de cada uno estaría caracterizada por qué volumen tienen habitualmente en nuestra mente: algunos aman mucho y envidian mucho, otros odian mucho pero también son capaces de grandes pasiones amorosas, los hay muy celosos, capaces de las venganzas más terribles, y todas las infinitas combinaciones que se pueden realizar variando el volumen de los sentimientos básicos.

Esta rudimentaria explicación tiene el beneficio de ser fácilmente entendible.

Una conclusión interesante que podríamos extraer es que todos somos afectivamente iguales, pero nos diferenciamos por la intensidad de cada afecto.

(Este es el Artículo Nº 2.075)


El tamaño del pene y el placer del parto

  
Les comento una posible explicación de por qué los varones estamos tan pendientes del tamaño del pene.

Las mujeres suelen burlarse de los varones preocupados por el tamaño de su pene.

Siendo que con apenas 8 centímetros de largo estamos posibilitados para contribuir a la conservación de la especie, soñamos con tener instrumentos genitales mayores: 15, 20, 25 centímetros.

Quienes los poseen suelen trabajar como artistas porno, pero Photoshop es un software capaz de hacer cambios en las fotografías como para que, al mirarlas llenos de envidia, sigamos pensando que nuestro órgano reproductor es realmente patético.

Sería obvio decir que esta es una manía machista, pero no sería tan redundante comentar que aquel castigo bíblico que nos condenó a sudar y a tener dolores de parto podría ser una causa eficiente de esta preocupación masculina.

Obsérvese que actualmente muchas respetables personas concurren a gimnasios para forzar el sudor, no solo en el sauna o en los baños turcos, sino también tratando de levantar objetos pesados u otras actividades igualmente inútil y generadoras de sudor.

Por lo tanto, el castigo bíblico no fue como se dice sino que pasó lo siguiente: Cuando Adán y Eva comieron la manzana vino la orden del jerarca máximo (Dios) de echarlos del Paraíso, por desobedientes. Quien les dio la mala noticia, por piedad o por temor a que Adán matara al mensajero, les comunicó la información agregándole un consuelo: «Miren que fuera del Paraíso podrán disfrutar sudando y sufriendo en los partos».

Efectivamente, en las mujeres existen dos tipos de dolor: el común, el que tenemos todos, el que nos obliga a evitarlo, y el exclusivamente femenino, el que las hace gozar cuando paren.

Esto explica todo: los varones querríamos entrar y salir de la vagina con penes tan grandes como niños.

(Este es el Artículo Nº 2.074)


Sobre la escasez y la abundancia

  
Quizá la escasez beneficie nuestra salud, pero la vida parece más placentera cuando podemos satisfacer nuestras necesidades y deseos.

Al escuchar uno de mis videos me oí decir que la manera más efectiva de estimular alguna actitud en el ser humano hay que prohibírsela y me refería más concretamente a todo lo que, desde hace milenios, venimos haciendo con la sexualidad.

En ese video decía que la prohibición del incesto y el tabú que obstaculiza el deseo sexual han sido muy eficaces para lograr que nuestra especie sea muy abundante en ejemplares, lo cual no deja de ser la mayor de las riquezas.

Si fuera procedente compararnos con las demás especies deberíamos reconocer que somos la más próspera del planeta, aunque no tenemos datos sobre en qué situación están los microorganismos cuyo censo nos resulta impracticable.

Pero no solo llevándonos la contra entre nosotros logramos optimizar nuestro desempeño. Es posible observar que los pueblos que habitan regiones muy prósperas y paradisíacas (estoy pensando en las zonas tropicales y fértiles), no lucen muy trabajadores y ambiciosos, mientras que los más activos están en las regiones donde la naturaleza es menos paradisíaca (estoy pensando en las zonas frías y menos fértiles).

Por lo tanto, cuando tenemos una vida fácil vivimos en la pobreza y cuando tenemos una vida menos fácil, la lucha por superar las dificultades impuestas por el medio nos llevan a tener mejor calidad de vida.

Quizá sea un error, pero parece más cómoda la abundancia que logramos con nuestro esfuerzo que la escasez que pueda imponernos un hábitat precario.

Quizá la austeridad sea desagradable, aunque indirectamente beneficiosa, pero parece más cómodo tener varios televisores, una casa con varios dormitorios y varios baños, contar con una casa para vacacionar, que cada integrante de la familia disponga de su automóvil.

(Este es el Artículo Nº 2.055)


La homosexualidad de los jefes


Así como algunos varones se imaginan violados por sus jefes, estos también imaginan que violan a sus subordinados.

En  otro artículo (1) digo textualmente: “El inconsciente de algunos varones supone que, si produce bajo las órdenes de otro, este lo está violando y embarazando”.

No debería descartar demasiado la posibilidad de que este mismo fenómeno ocurra con la psiquis de las mujeres. Las trabajadoras en relación de dependencia pueden tener fantasías sexuales con su jefe y también con su jefa.

Observemos que ambos sexos somos tan diferentes, (en varios artículos [2] he llegado a proponer que nos estudiemos como si fuéramos especies distintas), que las homosexualidades también se diferencian.

Efectivamente, los varones podemos practicar sexo anal tanto con una mujer como con un hombre. Esta posibilidad, habilitada por tener un genital pene-trante, no está entre las mujeres. Por lo tanto, cuando un hombre penetra analmente, no tiene muy claro si lo está haciendo en términos homosexuales o heterosexuales.

La homofobia suele interpretarse como una heterosexualidad radical. Quienes se muestran muy intolerantes con quienes ejercen esa opción se imaginan muy viriles, pero el antipático psicoanálisis lo niega moviendo la cabeza: «No eres demasiado viril, más bien le temes a ser demasiado homosexual y que los demás nos demos cuenta».

En base a estas consideraciones, incluyendo lo que comenté en el artículo anteriormente mencionado (1) y a cómo tendríamos que interpretar el fascinante sexo anal, ahora podríamos agregar que las personas que se postulan para cargos de dirección podrían tener las fantasías complementarias a las que tienen algunos subordinados.

Dicho de otro modo: si algunos varones padecen la inconsciente sensación de ser violados por quien los hace producir (jefe, líder, capataz), quienes ejercen, o desearían ejercer, estos roles también pueden tener fantasías homosexuales de penetrar analmente a trabajadores de su mismo sexo.





(Este es el Artículo Nº 2.054)



...y si todos fuéramos un poco masoquistas?

  
Aseguramos que solo unos pocos enfermos gozan sufriendo. ¿Cómo cambiaría toda nuestra filosofía de vida si admitiéramos lo contrario?

Cuando algo se extravía tendemos a buscarlo donde debería estar, con lo cual prolongamos innecesariamente el tiempo de extravío. Podríamos encontrarlo antes si pudiéramos buscarlo donde no debería estar.

Este mínimo ejemplo es útil, sin embargo, como prueba de que el libre albedrío no existe en tanto no buscamos donde queremos sino donde nuestros condicionamientos mentales nos obligan a buscar.

Hace años que busco (donde no deberían estar) asuntos extraviados, precisamente para ver si encuentro lo que mis hermanos humanos no encuentran, por ejemplo, causas reales de la pobreza económica, esa pobreza que desde hace milenios afecta a nuestra especie y que los expertos más encumbrados no logran resolver.

Algo que no debería ser es que los humanos disfrutemos sufriendo. Estamos convencidos de que buscamos el placer y que huimos del dolor.

Tan convencidos estamos de que los humanos huimos siempre del dolor que cuando encontramos a alguien que se estimula sexualmente sufriendo decimos que es masoquista, es decir, alguien diferente al resto, un anormal, un enfermo.

¿Y qué ocurriría si todos nuestros pensamientos los organizáramos partiendo del supuesto que no es tan cierto que los humanos rehuimos sistemáticamente del dolor?

Obsérvese que cualquier idea que haya alcanzado la categoría de «verdad», se convierte en algo tan sólido e inamovible como una montaña. Cualquier cosa que pensemos tendrá que tenerla en cuenta tal cual es, sin modificaciones. A la postre, una verdad es algo tan rígido e inmóvil que se convierte en el centro alrededor del cual todos los demás conceptos deben girar. ¿Y si esa montaña no fuera tan rígida e inmóvil?

Al ver cómo se sacrifican libremente las personas en un gimnasio tengo que dudar que evitemos el dolor.

(Este es el Artículo Nº 2.070)


La rebelión del trabajador que se siente violado


El inconsciente de algunos varones supone que, si produce bajo las órdenes de otro, este lo está violando y embarazando.

Ayer publiqué un artículo (1) en el que, metafóricamente, sugería la relación que existe entre quienes aportan ideas y quienes ejecutan dichas ideas.

En otras palabra, y explicitando la comparación generadora de la metáfora, decía que los ideólogos funcionan como padrillos (sementales) que fecundan a los trabajadores que concretan la idea, de forma similar a como las hembras inician la gestación.

Algo similar ocurre con quienes se dedican a tareas de gerenciamiento, control, supervisión, jefatura, mando medio: ellos ordenan a los trabajadores que realicen cierta tarea, así como el macho que fecunda parece darle una orden al organismo de la hembra para que realice el proceso de gestación.

Insisto: quien da las órdenes actúa como un espermatozoide y quien las recibe actúa como un óvulo, que al ser activado por el espermatozoide-jefe desencadena una serie de acontecimientos productivos..., pero que, coloquialmente, llamamos re-productivos.

Algo que podemos pensar es que la pobreza que afecta a nuestra especie desde tiempo remotos quizá esté provocada porque inconscientemente una mayoría de trabajadores se sienten violados, sodomizados (sexo anal entre hombres).

Si estos puntos de vista fueran correctos, los varones que necesitan trabajar para colaborar con la familia que desean mantener se ven enfrentados emocionalmente a un dilema (obligación de seleccionar entre dos opciones distintas): quieren hacer el esfuerzo necesario para ganar dinero, pero no quieren sentirse como una mujer que el jefe embaraza para que (re)produzca.

En otras palabras: quiere ganar el salario dignamente pero no como una prostituta.

El inconsciente de muchos trabajadores puede inducirles a sentirse humillados cuando reciben las órdenes de un superior. Sin darse cuenta, (inconsciente significa no-consciente, desconocido), se rebelan contra unos sentimientos que los llevan a sentirse homosexuales.

(Este es el Artículo Nº 2.051)


La economía del embarazo adolescente


El embarazo adolescente anticipa el cambio de dueño del cuerpo femenino. Los padres y la sociedad lo ceden a regañadientes.

Por la cabeza de una adolescente que se entera de su embarazo pasa un torrente de emociones, ideas y sobre todos miedos, que parecen mortíferos, entre otros motivos porque ella querría morir al imaginar lo que se le avecina: padres enojados, maestros incómodos, amigos burlones, novio imprevisible, en suma, pasan por su cabeza todo lo que ella misma pensaría y sentiría si a otra chica le ocurriera lo mismo.

La naturaleza no repara en estas tonterías culturales. La conservación de las especies está legislada por la vía de los hechos: los jóvenes se excitan, siempre suponen que el amor y el éxtasis todo lo purifica, lo salva y lo protege.

El pensamiento predominante en el momento sublime, cuando los acontecimientos se precipitan y se ven en caída libre, siempre es el mismo: «a mí no me va a pasar».

Este artículo está en este blog destinado al dinero porque en estas circunstancias los conflictos más graves tienen mucho que ver con temas referidos a la propiedad privada:

— Quienes se enojan porque la jovencita quedó embarazada sienten que ella usó indebidamente un cuerpo del que se sienten propietarios. Los padres, abuelos, tíos, dicen sentir vergüenza pero en realidad sienten que la niña aún no era dueña de su cuerpo como para «usárselos», «tomarlo sin permiso», «gozárselos»;

— Cuando los gobernantes y los religiosos obligan a las mujeres a que no interrumpan ningún embarazo, están demostrando claramente que la mujer tiene su cuerpo en comodato, alquilado quizá, se lo prestaron y debe cuidarlo;

— La niña se siente usada injustamente pues queda presa de algo que no desea. Quería seguir jugando pero la mala suerte le impuso tareas, compromisos y responsabilidades agobiantes.

(Este es el Artículo Nº 2.048)


El extraño negocio de cobrar valores honoríficos


Los varones aceptamos exponernos a grandes riesgos a cambio de ser honrados con algún distintivo que atraiga el amor del colectivo.

La imagen de este artículo es de algún personaje importante, vistosamente retratado al óleo, que luce una cantidad de condecoraciones militares.

Es probable que esta persona haya arriesgado su vida por defender a quien le concedió esos premios honoríficos. Si no arriesgó la vida, algo importante habrá arriesgado a favor de quienes le pagaron dándole esos distintivos que él se enorgullece de poder vestir.

Con mentalidad muy materialista y mercantilista, estoy casi seguro de que, el homenajeado,  puso en riesgo algo que vale mucho más que esas medallas con las que le pagaron.

¿Qué extraño negocio hizo este señor para estar feliz recibiendo menos de lo que entregó?

Creo que la respuesta que a todos nos viene a la mente incluye el refrán que dice «No solo de pan vive el hombre».

Los seres humanos somos grandes consumidores de amor: lo necesitamos, casi, con desesperación.

En el concepto “amor” están incluidos: la admiración de los demás, los gestos de aprobación de personajes importantes, el potencial interés de mujeres que podrían elegirnos para padres de sus hijos.

Al expresar esto último, observemos que los usuarios de dichos adornos honoríficos siempre son varones. Forma parte de la idiosincrasia masculina postularnos para que las mujeres nos tengan en cuenta al elegir al padre de sus hijos.

Por lo tanto, el negocio comienza a entenderse si las ganancias pertenecen a una categoría no económica en la que están presentes aspectos tan profundos y esenciales como son los que refieren a la conservación de la especie.

También podemos captar la inteligencia del negocio si tenemos en cuenta que, en el colectivo al que pertenece el homenajeado, nadie más puede usar esos adornos.

(Este es el Artículo Nº 2.065)


Una ventaja de enfermar


Las frustraciones nos ayudan a vivir, quizá somos longevos porque a menudo nos enfermarnos y sin ambas condiciones viviríamos mal.

Alguien ha dicho que el ser humano es un animal enfermo. Quizá no sería tan exagerado decir que el ser humano es un animal un poco más enfermo que los demás.

Me parece que algo estamos haciendo bien porque, si bien adolecemos de múltiples deficiencias, vulnerabilidades, accidentes, somos una de las especies más longevas.

Claro que no podemos compararnos con el ser vivo más longevo, al que se le calcula una edad de 100.000 (leyó bien: cien mil años). La Posidonia oceánica (1), es un vegetal que se extiende en el fondo de Mar Mediterráneo y que ocupa grandes extensiones.

También perdemos en expectativa de vida con varios árboles, pero los humanos, enfermizos y todo, sobrevivimos a casi todos los animales que nos rodean (perros, gatos, pájaros, peces, vacunos, equinos).

Estas reflexiones rodean a un tema que vengo comentándoles estos últimos tiempos (2) y que refiere a la necesidad que tenemos de padecer algo de insatisfacción, algo de frustración, para que nuestros deseos y necesidades nunca se agoten totalmente.

No debería extrañarnos que nuestra predisposición a enfermarnos esté asociada a esa longevidad que nos ubica entre los animales más duraderos.

En otra palabras: somos animales muy enfermos pero también somos animales que vivimos más años que otros más sanos.

Es razonable establecer una relación de causalidad entre una y otra característica, es decir: vivimos muchos años porque tenemos una mala salud.

Podría pensarse que si fuera cierto que nos conviene quedar un poco insatisfechos y un poco frustrados con la satisfacción de nuestras necesidades y deseos, las enfermedades son una fuente inagotable de insatisfacciones y frustraciones.

En suma: quizá somos longevos porque estamos muy expuestos a enfermarnos y esto es bueno.




(Este es el Artículo Nº 2.059)


No somos tan merecedores de amor desinteresado

  
Es vergonzoso que seamos tan crédulos, infantiles e ingenuos de suponer que somos tan valiosos como para merecer amor desinteresado.

El objetivo de este artículo es reflexionar sobre qué nos conviene a cada uno, sobre qué es lo mejor para cada uno de nosotros.

Cuando digo «para cada uno de nosotros» estoy pensando en el nivel individual integrado al nivel familiar. En otras palabras: nuestro pensamiento individual incluye los intereses de la familia que tenemos bajo nuestra responsabilidad, incluidas las mascotas.

Por lo tanto, cuando una mujer o un varón adultos piensan egoístamente, lo hacen teniendo en cuenta al propio cuerpo y al cuerpo de esas otras personas que reconocemos alcanzadas por nuestro compromiso de ayudarlas, protegerlas, proveerlas de lo que razonablemente necesitan para tener una calidad de vida digna.

Si bien existen miles de leyes, tenemos que saber, reconocer y no olvidar jamás, que algunos integrantes de nuestra especie obtienen sus ingresos depredándonos legalmente.

Las ideologías de izquierda nos distraen insistiendo con que los empleadores capitalistas son nuestros enemigos, pero lo que propongo comentar en este artículo es que nuestros empleadores no son los únicos que intentan robarnos, estafarnos, engañarnos como a niños.

En todo caso, los empleadores dejaron de ser los más peligrosos porque casi todos tenemos claro que, si estuviéramos en su lugar, también seríamos explotadores.

Lo que sigue siendo una imperdonable vulnerabilidad está en la discapacidad que tenemos para hacer nuestras propias evaluaciones sobre cómo estamos y sobre qué es lo que realmente nos conviene.

Nuestra más vergonzosa discapacidad consiste en que aceptamos los consejos como si alguien pudiera cuidar de nuestros intereses mejor que nosotros mismos.

Es vergonzoso que seamos tan crédulos, infantiles e ingenuos de suponer que somos tan valiosos como para merecer tanta bondad desinteresada.

Acepte mi diagnóstico: ¡usted no inspira tanto amor!


El idealismo dinamiza la evolución


Los idealistas se inmolan combatiendo a sus «enemigos» para que la humanidad evolucione, aunque en sentido contrario al «ideal».

Los drogadictos son personas que suelen tener momentos de lucidez; los idealistas no.

Los drogadictos son personas que, llevados por la desesperación, acceden a una humildad razonable; los idealistas difícilmente puedan algún día bajarse de su pedestal.

Tanto drogadictos como idealistas suelen ser agentes problemáticos para el colectivo que integran, pero los humanos nos enfurecemos con quienes demuestran algún grado de satisfacción (como los drogadictos) y nos enternecemos con quienes son o se muestran como víctimas, mártires, sacrificados (los idealistas).

El narcotráfico genera repudio popular porque se lo asocia con el placer extremo y los idealistas generan ternura popular porque se los asocia con el dolor, las penurias, la pobreza.

— Ernesto «Che» Guevara (Argentina, 1928-1967) fue un idealista que luchó en varios frentes contra el capitalismo y el imperialismo;

— Julian Assange (Australia, 1971) es un idealista que lucha informáticamente contra los gobiernos corruptos. Se lo conoce mejor como el editor de Wikileacks.

Están equivocados quienes a esta altura supongan que odio a este tipo de gente. Por el contrario, los creo necesarios en su rol.

Ahora explico a qué me refiero con «su rol».

— Los vehículos se desplazan sobre los territorios porque las ruedas propulsoras no patinan, porque encuentran resistencia en la aspereza de las calles;

— Los navíos se desplazan sobre los mares porque las hélices propulsoras encuentran resistencia en el agua;

— Los aviones se desplazan por la atmósfera porque las turbinas propulsoras encuentran resistencia también en el aire.

En suma: la resistencia del suelo, el agua y el aire logra el movimiento y la resistencia (oposición) que hacen los idealistas logra que nuestra especie avance.

La humanidad avanza y los idealistas quedan atrás, como el terreno, el mar y el aire.

(Este es el Artículo Nº 2.036)


Ya no es obligatorio tener hijos


Las futuras generaciones se beneficiarían si a los nuevos matrimonios les ordenáramos que solo tengan hijos cuando los deseen apasionadamente.

Aunque la situación no permita aún «tirar manteca al techo», con siete mil millones de ejemplares en nuestra especie, nos podemos permitir el lujo de suavizar el mandato milenario de tener hijos para que, al morir, queden remplazos.

Hasta hace diez años atrás, era bien visto que hombres y mujeres se casaran, muy probablemente ante la ley (matrimonio civil) y además ante Dios (matrimonio religioso).

Luego de cumplido este primer compromiso con la sociedad, comenzaban las presiones con un insinuante «¿y, para cuándo...?», pues la parejas tenían la orden de tener, por lo menos, dos hijos, y si fueran un varón y una niña, mejor aún.

El objetivo era elemental: al procrear un varón y una niña la especie sabía que, ante la muerte de los padres, ahí tendríamos a los hijos que mantendrían el stock de humanos.

La situación viene cambiando y aquel mandato imperativo puede comenzar a perder vigencia.

Teníamos terminantemente prohibido ejercer la homosexualidad porque esta opción sexual es estéril. Sin embargo, cada vez más, se aprueban leyes que permiten esa posibilidad, al punto de igualarla con la heterosexualidad. En muchos países llamamos, (escribo desde Argentina y Uruguay), matrimonio, tanto a la unión entre dos personas de diferente sexo como a la unión entre dos personas del mismo sexo.

Por lo tanto, ante el dato de que nuestra especie cuenta con una cantidad de ejemplares que ahuyenta el fantasma de su extinción, ya no es preciso conservar una reproducción intensiva y quienes deseen vivir juntos no están presionados para tener por lo menos dos hijos.

Las futuras generaciones se beneficiarían si a las nuevas uniones ahora les ordenáramos que no tengan hijos excepto que los deseen apasionadamente.

(Este es el Artículo Nº 2.050)


El significado económico de los testículos


La expresión popular «cuesta un huevo y la mitad del otro» sugiere que los varones deberían monopolizar el aporte económico familiar.

Desviarse, al hablar o al escribir, del asunto del que se está tratando o andar por una ciudad sin rumbo fijo, significan «divagar». «Irse por la ramas», es otra forma de «divagar».

En literatura y en psicoanálisis, divagar es una técnica muy usada.

Mentes tan estructuradas como los expertos en márquetin apelan a lo que llaman «lluvia de ideas» cuando necesitan romper la rigidez con la que habitualmente ejercen su oficio.

Hace más de cuarenta años, (cursa 2013), inventaron el «pensamiento lateral», consistente en abandonar deliberadamente los preconceptos. Por ejemplo: un libro es para leer, pero también puede usarse como apoyo, como complemento de una pata de mesa corta, como arma arrojadiza, como paleta improvisada para practicar tenis, como alcancía para esconder dinero, para facilitar el encendido de leña, para entretener a un niño construyendo avioncitos con sus hojas, para aprender a caminar erguido llevándolo en la cabeza sin que se caiga, como objeto transferible en una carrera de postas, y seguramente muchos más.

En términos generales, podemos afirmar que la creatividad se logra prescindiendo de la lógica. La lógica es prestigiosa porque todo lo hace previsible mientras que la creatividad funciona sólo cuando tiene capacidad de sorprender, de revolucionar, de crear nuevas alternativas.

Con este espíritu rupturista es que les propongo preguntarnos qué quiere decir alguien cuando, para resaltar el elevado costo de algo, dice que «cuesta un huevo y la mitad del otro».

Podríamos quedarnos en que las gónadas masculinas (testículos) son valiosas por su participación en la conservación de la especie, pero también podríamos pensar que son sus poseedores quienes deberían tener el monopolio de proveer de recursos económicos a su familia, aportando «un huevo...».

(Este es el Artículo Nº 2.027)


El varón con poder es útil para la mujer


Cuando el varón asume su rol de ‘auxiliar colaborador de la mujer’, se vuelve necesario y, para retenerlo, da resultado concederle poder.

En varias ocasiones les he comentado que, los humanos, en tanto somos una especie mamífera, organiza su única misión, (conservar a la especie y al individuo), tomando como actriz principal a la mujer, pues es ella la que, cuando está ovulando, elige (1) a un varón para que la fecunde y sea el padre de sus hijos.

Si podemos aceptar esto y dejar de lado la tradicional creencia, según la cual es el varón el que conquista a la mujer que más le gusta, la seduce con sus encantos y se casa con ella cuando se le antoja, también podremos plantearnos otros puntos de vista.

Por ejemplo, podremos decir que las familias son fundadas, (creadas, instituidas, instauradas), por una mujer.

La situación se parece a un capitalista que invierte su dinero para fundar una empresa, pero que delega la conducción y administración de la misma a un gerente.

¿Por qué la mujer funda una familia pero luego es el varón quien parece gobernar?

Creo conocer dos motivos importantes. No descarto que existan otros.

Uno de los motivos, es que la mujer tiene un cuerpo que la obliga a encargarse del 90%, (porcentaje estimado), de la única misión que tenemos como especie, esto es, la función reproductiva que nos permite conservarla.

El segundo motivo es más sutil, pero no menos importante: la presencia del varón en una familia puede o no ser necesaria. Él, después de fecundar a la futura mamá se convierte en prescindible. Nada muy grave ocurre si él desaparece.

Sin embargo, cuando el varón realmente asume su rol de ‘auxiliar colaborador de la mujer’, se vuelve muy necesario y, para retenerlo, estimularlo, gratificarlo, da resultado concederle poder.


(Este es el Artículo Nº 2.043)