martes, 12 de julio de 2011

El condón solar

La psicosomática acepta ideas que parecen disparatadas para intelectos bloqueados por la racionalidad.

El cerebro humano produce símbolos: los crea y también los entiende.

Por ejemplo, una balanza de dos platillos simboliza el equilibrio, la justicia, la ley.

Hace unos cuarenta mil años que nuestra especie habita el planeta pero no hace tanto que a Nicolás Copérnico (1473-1543) se le ocurrió pensar en algo que no es evidente: la Tierra no está en el centro del universo. Por el contrario, la Tierra gira alrededor del Sol.

Esta estrella que nos da luz y calor, de la que depende nuestra alimentación, ha estimulado en nuestra imaginación múltiples símbolos:

— Hijo del dios del Cielo, lo ve todo y por eso lo sabe todo;
— Es un ojo de Dios (el otro es la Luna);
— Es un héroe guerrero protector, poseedor de espadas de fuego;
— El varón (activo), por oposición a la Luna (pasiva);
— El oro es reconocido por sus virtudes como metal pero su valor está aumentado porque posee una coloración similar a la del sol;
— También simboliza características negativas como son la vanidad o el idealismo.

Varias de estas ideas simbólicas se condensan para que en nuestro inconsciente el sol represente a una figura paterna.

Según el psicoanálisis es posible pensar que la actividad inconsciente, en su función simbólica, puede entender que acostarse en una reposera a tomar un baño de sol equivale a tener sexo con el padre.

Hace unos años cunde el temor al cáncer (reproducción de células) de piel provocado por el sol, lo cual equivaldría a la gestación (reproducción de células) de un hijo incestuoso, muy peligroso y eventualmente mortífero para el transgresor.

En suma: el cáncer de piel estaría provocado por la sugestión provocada por esta asociación inconsciente y un protector solar es un condón.

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El subdesarrollo feliz

Los niños tienen todo para ser felices pero estratégicamente es un error alegrarles tanto la existencia que luego no quieran abandonar la etapa infantil.

Es una deducción confiable afirmar que nada imperfecto puede realizar algo perfecto.

Otro razonamiento es aún más amplio y abarcativo: «No se puede sacar de donde no hay».

Por lo tanto, si los humanos somos imperfectos, nunca podremos hacer algo perfecto... y para terminar: quienes se creen perfectos, no solamente están ligeramente equivocados sino que sus esfuerzos para perfeccionarse están condenados al fracaso.

Sin embargo, como yo soy imperfecto, esto que acabo de decir también incluye por lo menos un error: los perfeccionistas están condenados al fracaso aunque obtienen logros más valiosos que aquellos cuya filosofía de vida es tan indolente que convierten en más imperfectas las imperfecciones que realizan.

Como «lo perfecto es enemigo de lo bueno», podríamos concluir que los que aspiran a la perfección, nunca la alcanzarán pero como ciudadanos, trabajadores o compañeros de especie suelen hacer mejores aportes que los que se proponen metas especialmente mediocres las que luego quizá tampoco alcancen.

Tan interesante es la envidia, que he creado un blog sólo para ella. (1)

Siempre nos decimos mutuamente que este sentimiento es negativo, sin embargo, como todo lo nuestro es imperfecto, tenemos que concluir que algo bueno puede tener.

Efectivamente, a los niños y adolescentes les conviene envidiar a los adultos porque este malicioso impulso los alentará a llegar a la edad productiva, reproductiva y responsable.

Además, si un niño es feliz pero quiere abandonar cuanto antes su infancia, llegará a ser un adulto que recuerde con placer aquella edad pero sin ganas de repetirla.

En suma: Lo mejor que puede pasarle a una persona es que siempre lo hayan tratado bien aunque evitándole cualquier estímulo a conservarse subdesarrollado.

(1) La envidia

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La supuesta deuda con los padres

En el fenómeno reproductivo, todos ganamos y nadie pierde. Es pura ganancia.

Veamos unos pocos insumos para «cocinar» una hipótesis que podría aportarnos una (entre miles) explicación de por qué algunas personas son pobres aunque todo haría pensar que luchan sinceramente por dejar de serlo.

— Si usamos la palabra «producción» y la comparamos con la palabra «reproducción», podemos suponer que en la segunda sólo estamos aumentando el énfasis de la primera o también podemos pensar en la gestación de nuevos ejemplares de una especie.

— Si pensamos que en una sociedad, cada vez que alguien gana es porque inevitablemente alguien pierde (1) estamos infiriendo que ganar siempre es perjudicial, porque si vendo un auto ganando 1.000, quien me lo compra está perdiendo 1.000.

— Quien crea que así son las cosas, muy probablemente cuando concibe y cría a sus hijos haciéndose cargo de lo que consumen, de las noches sin dormir o de otras infaltables preocupaciones inherentes a tener hijos, terminará pensando que cuando ellos crezcan y puedan ganar dinero, no deberían olvidar que lo que tienen (vida, educación, amor) lo recibieron de otros (los padres) que forzosamente perdieron todo eso que los hijos recibieron.

Con estos ingredientes, podemos terminar creyendo que los hijos adultos están en deuda con sus padres por todo lo que estos «le dieron».

No es nada fácil comenzar la interesante pero compleja empresa de vivir, formarse y tener una familia, con una deuda infinitamente grande... que algún día deberemos pagar.

Lo cierto es que no siempre que alguien gana otro pierde.

Lo que hacemos como padres es satisfacer nuestro deseo ingobernable de reproducirnos, transformando elementos que tomamos de la naturaleza (del planeta) y que nadie pierde.

En el caso de la reproducción, todos ganamos porque la especie se conserva, los padres nos gratificamos y los hijos viven.

(1) Los ricos son campeones

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Los límites humanos

Reconozco que no es una gran noticia pero hay que RECORDarla: Los seres humanos tenemos un límite máximo en nuestras virtudes y también en nuestras maldades.

La preocupación por la evasión de impuestos no es solamente del organismo oficial que en nuestro país se encargue de cobrar hasta la última moneda que la ley le autoriza.

Esta institución hace una tarea policíaca para que nadie deje de pagar lo que está obligado a pagar.

La evasión fiscal tiene un rango sancionatorio similar al robo y a la apropiación indebida. El Estado castiga con multas, clausuras, inhabilitaciones y encarcelamiento.

¿Por qué digo que la evasión fiscal no sólo le preocupa a esa antipática dependencia estatal?

Porque si usted tiene un comercio, industria o servicio que está compitiendo con otros similares, quienes logren evitar el pago de impuestos cuentan con recursos mayores que aquellos que pagan rigurosamente esos compromisos legales.

Una de las técnicas más frecuentes en la competencia desleal está en el no pago de esos tributos con lo cual es posible disminuir el precio de venta, destinar más dinero a la publicidad, hacer obsequios seductores a los clientes.

Por lo tanto, los incumplimientos fiscales no les hacen daño al Estado solamente sino también a los competidores.

Las prácticas de comercialización desleal son tan variadas como lo es la malignidad de los humanos.

Si me permiten la humorada, la buena noticia es que nadie puede ser inhumanamente transgresor porque todas las especies tenemos posibilidades limitadas.

Los humanos sólo somos malignos, transgresores y deshonestos hasta cierto límite.

Esto suena extraño porque a casi todos nos parece que siempre hay alguien que es más atrevido, audaz e impiadoso que otros ... y es cierto, pero nadie puede superar los topes a la inteligencia, velocidad, fortaleza, inescrupulosidad, impuesto por la naturaleza a nuestra especie.

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Los animales no se autodestruyen

El afán de someternos demoniza a nuestro deseo como si éste fuera un peligroso enemigo.

Nuestro razonamiento, individual y colectivo, a veces se hace planteos que estimulan un debate, alguna reflexión, eventualmente un estudio serio.

Por ejemplo:

— «La educación», ¿es un derecho o una obligación?;

— «Votar en las elecciones nacionales», ¿es un derecho o una obligación?;

— «Vengarse», ¿es un derecho o una obligación?

Apuesto a que el último ítem no lo ha oído tantas veces como los dos anteriores.

Supongo que es escasamente comentado porque por otro lado siempre procuramos con responsabilidad —pero también con mucho temor— evitar toda incitación a la violencia.

Los humanos de cualquier edad gozamos tremendamente con la agresividad, con la cancelación definitiva de todo lo que cataloguemos como «malo», nos apasiona el exterminio radical y definitivo de lo que nuestra mente señale como enemigo, riesgoso, perjudicial.

Es tan grande el placer por estas soluciones radicales, que una cantidad muy importante de personas lucha denodadamente por la paz, la comprensión, la tolerancia.

¡No perdí la razón! ¡No estoy loco!

El instinto de conservación es furioso como un terremoto, extremista, totalmente necio pero lo que nos lleva a buscar la paz es el temor al demoníaco deseo.

Fuimos adiestrados, disciplinados, educados para moderar nuestros deseos: nos adoctrinan contra el deseo de robar, de golpear, matar, incendiar, romper y cuando ingresamos en la edad reproductiva (adolescencia y adultez), la sociedad busca la manera de que no practiquemos sexo por temor a una gestación indeseada.

Hasta ahora, los pensadores con más poder de convicción se han esforzado en reprimir nuestro placer, nuestro deseo de gozar porque ellos creen que nuestra especie es capaz de autodestruirse haciendo un mal uso del libre albedrío que posee ... lo cual no es cierto.

Sabemos cuidarnos porque felizmente somos animales.

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La vergüenza de tener sentimientos

Para ganarnos la vida primero tenemos que saber quién somos … y no es fácil.

Estamos convencidos de que para poder ganar dinero es necesario tener alguna profesión (abogado, ingeniero, odontólogo) u oficio (carpintero, pintor, mecánico).

Para acceder a esas titulaciones existen empresas, instituciones, academias que, sometidas a ciertos controles estatales, están autorizadas a enseñar, evaluar y extender certificaciones que luego son admitidas por el mercado laboral como prueba de que el candidato posee las competencias propias de la profesión u oficio que dice poseer.

Desde mi punto de vista tenemos una noción incompleta de qué características debe tener alguien que aspire a cumplir una tarea merecedora del salario.

Veamos algunos detalles:

— Es necesaria la capacidad de comunicarse para entender lo que se le pide al trabajador y para hacer que el empleador comprenda qué tiene que proveerle además de salario: materiales, instrumentos, espacio, asistentes, etc.;

— Es necesaria la capacidad de llevarse bien con quienes sea preciso interactuar. Además de saber de comunicación son precisas actitudes personales que permitan sobrellevar la convivencia de forma agradable, sin frecuentes cambios emocionales, con sinceridad, simpatía, sentido del humor, paciencia, tolerancia;

— Es necesario estar convencidos de que la participación en un grupo de trabajo (en la empresa propia o ajena) no convierte a ninguna persona ni en máquina ni en engranaje de una máquina. Si bien suele usarse esta metáfora, nadie es una máquina ni una parte de ella. Por tanto es necesario saber cómo somos y como son los demás en tanto pertenecientes a la especie «ser humano»;

— Repito lo más importante: a todos nos cuesta aceptar los verdaderos sentimientos, deseos, intenciones propios y ajenos. Somos casi espontáneos en vínculos de altísima intimidad pero solemos ser víctimas de una creencia nefasta: la sinceridad afectiva nos conduce inevitablemente al desastre económico y personal.

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La sexualidad recreativa femenina

Las mujeres son monógamas cuando procuran ser fecundadas pero polígamas para practicar sexo recreativo (no reproductivo).

Hace poco les comentaba que hombres y mujeres somos tan distintos como si perteneciéramos a especies diferentes pero a varios lectores les llamó la atención que yo propusiera, como una de las tantas características que nos diferencian, que ellas son monógamas y ellos polígamos (1).

El argumento esgrimido para cuestionar mi aseveración es que tanto varones como mujeres disfrutamos por igual del cambio de pareja sexual.

Reconozco que a nadie se le va a ocurrir leerse los 1.273 artículos del blog para ver si en algún otro lado está aclarada esta presunta equivocación.

La explicación de porqué las mujeres son monógamas y los varones polígamos surge de lo siguiente:

Efectivamente en otros artículos (2) he comentado que la hembra de nuestra especie, al igual que las hembras de otros mamíferos, es la que provoca la atracción sexual de uno o más varones que según su instinto femenino poseen la mejor dotación genética para generar los mejores nuevos ejemplares.

En este sentido ella es monógama porque quiere para ella sola a uno de esos varones que si la fecunda, le gestará los hijos más lindos, sanos y robustos que ella desea poseer.

Por el contrario, el varón que es usado por la naturaleza de una forma mucho más pasiva, responde a esta condición fecundando a cuanta mujer se lo pida, insinúe o simplemente se lo tolere.

Fuera de la intención reproductiva, cuando las mujeres disfrutan practicando sexo recreativo, con actitud deportiva, hedónica, lúdica, social, estratégica, comercial, manipuladora, como entretenimiento, por curiosidad, entonces ellas usarán cualquier barrera anticonceptiva y nos disfrutarán indiscriminadamente, sin sentirse atadas al condicionamiento instintivo de tener que seleccionar al varón que posea cierta dotación genética, porque su intención reproductiva estará bloqueada.

(1) Las molestias vitales

(2) El aprecio de los proveedores

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Las molestias vitales

La monogamia deseada por las mujeres y la poligamia (poliginia) deseada por los varones están al servicio de estimular la continuidad de la vida.

A los humanos nos molestan muchas cosas (el hambre, el trabajo, la infidelidad, la frustración, devolver los libros), pero es posible preguntarse si esta situación es algo que nos impone la mala suerte o por el contrario nuestra necesidad de sentir molestias para estimular el fenómeno vida ha logrado que inventemos molestias sólo para asegurarnos de que nunca nos faltarán estímulos para existir.

En la relaciones con nuestro sexo opuesto son notorias las discrepancias y motivos de enfrentamiento justamente con el sector de la humanidad que más nos interesa vincularnos.

Ya he mencionado algunas veces que hombres y mujeres somos tan distintos que hasta podríamos pertenecer a especies tan diferentes como son las nutrias y los camellos (1).

El deseo desesperante que tenemos los varones por tocar, abrazar y penetrar a las mujeres coindice felizmente con el deseo desesperante que tienen las mujeres de ser acariciadas, besadas y llenadas de semen.

Pero como esto sólo conduce al agotamiento del deseo cada vez que nos hacemos el amor y todo funciona bien, hemos encontrado la forma de recuperar el deseo apropiándonos de expectativas opuestas: ellas quieren a un solo hombre y nosotros queremos muchas mujeres.

De esta forma nos aseguramos adquirir una frustración casi segura en las relaciones de pareja, ya sea porque los varones efectivamente somos infieles o porque ellas, soñando con la virilidad de su hombre le imagina infidelidades que el muy cobarde o apático no se anima ni a soñar siquiera.

En suma: como el fenómeno vida depende del estímulo placer-dolor, existen o fabricamos situaciones con las que no nos falten motivos para desear desesperadamente y para irritarnos hasta la exasperación. ¡Eso es vida!

(1) La desventaja de ser mujer

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Los inteligentes eligen

Es inteligente lograr que a una mayoría se nos atrofie la inteligencia. En eso están.

Una tontería dicha por alguien prestigioso se convierte en genialidad, creatividad o extravagancia. Esa gloriosa tontería corre con ventaja para convertirse en noticia, avance filosófico y tonificante del sentido común.

Una tontería dicha por una persona desconocida se convierte en una tontería dicha por una persona desconocida, es decir, no cambia de estado. Conserva sus cualidades originales.

Como pertenezco a esta segunda categoría les propondré una tontería que tiene vinculación con lo que el lenguaje dice sin decir.

La inteligencia es esa habilidad adaptativa que tenemos los seres vivos de prácticamente todas las especie.

El fototropismo es una forma de inteligencia. Consiste en el movimiento que hacen las flores para mirar el sol procurando la máxima exposición. Giran sobre su tallo como nosotros giramos la cabeza para ver quién viene.

La palabra inteligencia tiene incrustada otra palabra que enriquece el significado más visible.

Efectivamente (y aquí va la tontería) inteligencia incluye algo que siempre intentamos hacer: elegir lo mejor, quedarnos con lo más conveniente, optar por lo más beneficioso, ya sea una butaca en el teatro, una manzana en el frutería o un cargo interesante, bien remunerado, ideal para nuestra vocación.

La vida de las plantas es bastante más sencilla que la de los humanos. Las flores que buscan el sol no se pelean, ni se engañan, ni se hacen trampa.

Los humanos usamos como una de las estrategias para que otros no elijan lo que deseamos elegir para nosotros, empobrecer, embrutecer, atontar la inteligencia de nuestros competidores, criticando a los estudiosos, despreciando a los más hábiles, aplaudiendo a los groseros, malhablados, prepotentes.

De todos modos es mejor esto que terminar como adorno en un florero.

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La ignorancia de Estado

Los avances tecnológicos (celular, computadora) democratizaron el poder y los gobernantes necesitan compensar este desequilibrio inculcándonos la mayor ignorancia y mediocridad posibles.

Días atrás les decía (1) que el ser humano y cualquier otro ser vivo, trata de hacer lo menos posible para lograr su objetivo.

Los fenómenos naturales (viento, lluvia, sismos) no parecen regirse por ese criterio porque a veces pensamos que son innecesariamente devastadores, pero es posible pensar que tampoco ellos gastan energía de más.

El viento es un desplazamiento de aire generado por una pérdida de presión atmosférica. El aire corre hacia donde hace falta. Es un fenómeno compensatorio, nivelador, restablecedor de un equilibrio, ... pero la masa de aire que se desplaza para cubrir esa caída de la presión atmosférica es la mínima imprescindible. Cuando el desequilibrio deja de existir, el viento cesa.

En suma 1: es posible decir que todos los movimientos (de seres vivos o de objetos inanimados), siempre consumen el mínimo esfuerzo.

Ejercer el poder de gobierno es una tarea titánica. Los políticos que acceden a esos cargos no paran de aplicar criterios de ensayo y error para tratar de resolver el bombardeo de problemas que encuentran cada vez que se despiertan por la mañana.

Estos seres vivos de la especie humana (los gobernantes), tratan de resolver todo con el mínimo esfuerzo, aplicando el ingenio, la experiencia, la sabiduría, la violencia, la mentira, ... todo lo que pueda servirles sin consecuencias de lamentar (por ejemplo, no ser reelectos).

La informática, los avances en las comunicaciones están dificultando su tarea y algunos procuran compensar la pérdida de poder que esto les causa empobreciendo la enseñanza que reciben los ciudadanos para que la ignorancia contrarreste el poder que reciben al tener tanta información.

En suma 2: Si usted es un gobernado, comprenda que lo necesitan ignorante.

(1) Sobre la indolencia universal

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La gestación de hijos ideales

El sexo meramente placentero incluye la fantasía de que se gestarán hijos ideales.

Decía hace poco tiempo (1) que las mujeres cuando no están en plan reproductivo pueden disfrutar del «sexo recreativo», entendiendo por tal el que se practica por placer, diversión, amistad.

Ocurre que la cultura funciona como una especie de segunda naturaleza porque la educación recibida, los hábitos desarrollados a través de los años y las creencias sobre lo que está bien y está mal, a veces entran en competencia gananciosa con los instintos propios de nuestra especie.

Este instinto sugiere que el deseo sexual tenga por único objetivo la conservación de la especie.

Hace meses también les decía que en esta actividad, los animales recibimos un pago estímulo por ejecutar esa misión consistente en las sensaciones voluptuosas del orgasmo o de al menos un gratificante bienestar (2).

Desde que se descubrieron formas de evitar el embarazo la actividad sexual ganó terreno, especialmente para las mujeres que pueden administrar (controlar) con más seguridad el inmenso tesoro que tienen en su anatomía

Hacer el amor implica, en mayor o menor grado, fantasear con que habrá un embarazo y se cumplirán imaginariamente todas las emociones de dar a luz un hijo que, en este caso, no llorará, no ensuciará ni esclavizará a sus padres.

Lo comparo con el juego El Banquero (El Financista o Monopoly), en el que los participantes hacen transacciones audaces, millonarias, ambiciosas, con la tranquilidad de que el dinero no es verdadero sino que terminada la diversión, todos los elementos se guardarán en una caja hasta que nuevamente surja la oportunidad de divertirse.

El «sexo recreativo» nos permite soñar con la creación de una nueva estirpe, con repoblar un continente o fundar un reino de descendientes, disfrutando además de las placenteras sensaciones corporales.

(1) La sexualidad recreativa femenina

(2) Menos orgasmos y menos salario

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Las dictaduras democráticas

Vivimos en dictaduras democráticas porque los ciudadanos abandonan su cuota de poder subyugados por algunos agentes económicos.

Aunque todo es mejorable y la insatisfacción moderada es estimulante del desarrollo de nuestra especie, es posible afirmar que la población mundial está creciendo en forma sostenida, que la ciencia y la tecnología no se han estancado, que tenemos más expectativa de vida que hace 500 años.

Por lo tanto, en una evaluación global de nuestra gestión, no es exagerado decir que tenemos más virtudes que defectos, que nuestro instinto de conservación individual y de la especie está razonablemente sano, que si todo esto puede analizarse como una tendencia quedamos habilitados para diagnosticar y pronosticar que vamos bien.

Como corresponde al funcionamiento mental que nos caracteriza, estas buenas evaluaciones aburren, no interesan demasiado y si abundaran hasta podrían convertirse en contraproducentes porque resultan desestimulantes para seguir progresando.

Nuestra forma de organización predominantemente piramidal (unos pocos dirigen a la mayoría), apela a diferentes formas de distribuir ese poder.

En algunos casos tenemos gobiernos dictatoriales con una gran concentración en pocas personas y en otros tenemos gobiernos democráticos con una amplia distribución al punto de que cada ciudadano se siente poseedor de una cuota satisfactoria de poder.

La baja concentración parece más costosa, exige una gran tolerancia para soportar la pertinencia o impertinencia de las muy variadas propuestas, críticas y exigencias.

La alta concentración es menos costosa porque unos pocos se ponen de acuerdo y luego aplican la violencia física, psicológica y propagandística para instalar la sumisión irrestricta de los ciudadanos quienes quedan con cuotas de poder insignificante.

Ahora podría estar ocurriendo que en los regímenes democráticos una mayoría de ciudadanos abandona por indolencia el poder que podría usufructuar y de hecho tenemos dictaduras, no de tiranos visibles sino de agentes económicos mínimamente mediáticos.

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