martes, 12 de julio de 2011

La supuesta deuda con los padres

En el fenómeno reproductivo, todos ganamos y nadie pierde. Es pura ganancia.

Veamos unos pocos insumos para «cocinar» una hipótesis que podría aportarnos una (entre miles) explicación de por qué algunas personas son pobres aunque todo haría pensar que luchan sinceramente por dejar de serlo.

— Si usamos la palabra «producción» y la comparamos con la palabra «reproducción», podemos suponer que en la segunda sólo estamos aumentando el énfasis de la primera o también podemos pensar en la gestación de nuevos ejemplares de una especie.

— Si pensamos que en una sociedad, cada vez que alguien gana es porque inevitablemente alguien pierde (1) estamos infiriendo que ganar siempre es perjudicial, porque si vendo un auto ganando 1.000, quien me lo compra está perdiendo 1.000.

— Quien crea que así son las cosas, muy probablemente cuando concibe y cría a sus hijos haciéndose cargo de lo que consumen, de las noches sin dormir o de otras infaltables preocupaciones inherentes a tener hijos, terminará pensando que cuando ellos crezcan y puedan ganar dinero, no deberían olvidar que lo que tienen (vida, educación, amor) lo recibieron de otros (los padres) que forzosamente perdieron todo eso que los hijos recibieron.

Con estos ingredientes, podemos terminar creyendo que los hijos adultos están en deuda con sus padres por todo lo que estos «le dieron».

No es nada fácil comenzar la interesante pero compleja empresa de vivir, formarse y tener una familia, con una deuda infinitamente grande... que algún día deberemos pagar.

Lo cierto es que no siempre que alguien gana otro pierde.

Lo que hacemos como padres es satisfacer nuestro deseo ingobernable de reproducirnos, transformando elementos que tomamos de la naturaleza (del planeta) y que nadie pierde.

En el caso de la reproducción, todos ganamos porque la especie se conserva, los padres nos gratificamos y los hijos viven.

(1) Los ricos son campeones

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