viernes, 4 de mayo de 2012

Los sindicatos nos defienden de nosotros mismos



Los sindicatos también defienden a sus afiliados de sí mismos, de su incapacidad para cobrar lo que merecen.

El verbo «sindicar» significa, entre otros, desconfiar, denunciar, sospechar (1).

Claro que también tiene acepciones más conocidas como son, juntar varias personas de intereses comunes, para formar un sindicato, y entrar a formar parte de un sindicato.

Popularmente entendemos que un sindicato se dedica a defender a los trabajadores de las malas prácticas de algunos empresarios que, inescrupulosamente, procuran mejorar la utilidad de sus emprendimientos valorando el precio de los salarios por debajo de lo razonable.

Los seres humanos somos naturalmente depredadores, inclusive podemos depredar a otros seres humanos. Para manifestar esa agresividad «devoradora» sólo necesitamos la oportunidad adecuada y en poco tiempo aflorarán esos instintos desfavorables para la convivencia.

Esta condición es de la especie y no es de los ricos, como algunos se empeñan en hacer creer. Los pobres son tan depredadores como los ricos, sólo que estos tienen las oportunidades suficientes de la que aquellos carecen.

La tarea de los sindicatos es imprescindible aunque solo existen en países capitalistas. Los países comunistas (Cuba y Corea del Norte) los prohíben alegando (inescrupulosamente) que no son necesarios.

Hasta aquí sólo dije obviedades (aceptables o no), pero esa es una introducción para comentarles algo menos sabido pero que siempre está presente.

Los sindicatos también nos defienden de nosotros mismos. Existen evidencias de que el principal enemigo del ser humano (y del trabajador), es él mismo.

Como digo en otro artículo (2), el honor y el dinero son remuneraciones complementarias y excluyentes: alguien puede sentirse suficientemente remunerado por el honor de entregar su esfuerzo a una determinada tarea.

Los sindicatos nos defienden de nosotros mismos cuando nos imponen la obligación de cobrar (exigir el pago de) un salario digno, razonable, sin idealismos.


 
(Este es el Artículo Nº 1.514)

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