Las escuelas de seducción para varones promueven que
estos se comprometan más en la crianza de los hijos que fecunden.
Existen escuelas de seducción para que los
varones estudien cómo lograr la compañía femenina (1).
Los instructores enseñan al alumno qué hacer y
qué no hacer para que ellas acepten una invitación a pasear, cenar, tener sexo,
casarse o formar una familia.
Por lo que he sugerido en otros artículos (2)
esta enseñanza es totalmente innecesaria para el objetivo manifiesto que se
propone (seducir a las mujeres), aunque favorece otros logros no explicitados
que sí hacen oportuna su utilización.
En esos artículos anteriores (2) les comento
que son las mujeres las que generan las condiciones necesarias y suficientes
para que ellos se aproximen. Fundamento esta afirmación en que ellas intuyen
cuál es el varón que posee los mejores genes para que, combinados con los de
ella, gesten los mejores hijos.
Esta intuición está alineada con la selección
natural y la evolución de las especies.
Sin embargo en la cultura occidental (o en
todo el planeta, no sé), parecería ser que es el varón quien seduce, conquista
y convence a la mujer que él prefiere.
Como esta creencia rige en ambos sexos, las
mujeres que se sienten instintivamente deseosa de atraer a un determinado
hombre, se inhiben, ... aunque no lo suficiente porque en los hechos el interés
de ellas llega a expresarse con la suficiente contundencia como para que el
elegido se sienta enérgicamente convocado y la naturaleza termine logrando lo
que se propone: procrear los mejores ejemplares de todas las especies.
El aporte que hacen estas escuelas de
seducción está en que los varones que se creen seductores, se comprometan más y
mejor con las mujeres y colaboren más y mejor en la crianza de los hijos que
fecunden.
(Este es el
Artículo Nº 1.531)
●●●
No hay comentarios:
Publicar un comentario