viernes, 4 de mayo de 2012

La celulitis como agente económico



El enemigo número uno de la mujer es la celulitis pero gracias a esta particularidad femenina, la economía de mercado se conserva saludable.

En otro artículo (1) hacía mención a que las mujeres generan deseos. Si los deseos son un factor de energía, movilidad y acción, ellas funcionan como usinas eléctricas.

El capitalismo o economía de mercado funciona bien cuando las personas, constituidos en agentes económicos, consumimos más y más. La lógica de este modelo es no parar de trabajar en forma competitiva, poniendo todo el entusiasmo posible, para ganar mucho dinero que gastaremos en satisfacer necesidades y deseos, muchos de los cuales son definitivamente superficiales, imaginarios, artificiales.

Ese dinamismo que le da vida a una economía de mercado necesita la disconformidad patológica, enfermiza, exagerada.

Los ciudadanos que vivimos en este régimen, estamos alineados con él si estamos permanentemente insatisfechos, ansiosos, envidiando lo que se compró el vecino, despreciando cualquier cosa minutos después de haberla comprado.

Dentro de todo lo que tenemos para comprar se incluyen por supuesto los servicios: viajes, diversión, cuidados personales.

Las «usinas eléctricas humanas», las mujeres en su calidad de generadoras de deseos, deberán tener baja autoestima.

Ellas deben verse imperfectas, fuera de moda, poco atractivas, gordas, envejecidas, pobremente vestidas, con mal olor, con dientes amarillos y dedicar gran parte de la preocupación diaria, mensual y anual a la muy femenina celulitis.

Esta característica del sexo, sin la cual una mujer no es tan mujer, deseada por los transexuales que nacieron con el cuerpo equivocado, es imprescindible para el sistema capitalista.

La celulitis, por estar en el centro de la angustia, la mortificación y la baja autoestima nada menos que de las principales promotoras del dinamismo de la especie, es el humilde protagonista de una maquinara que no debe parar de consumir, trabajar, frustrarse, envidiar, angustiar, producir.


(Este es el Artículo Nº 1.522)

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