Las clases socio-económicas pueden describirse teniendo en
cuenta la cantidad de recursos que necesitan para satisfacer sus necesidades y
deseos.
Es posible pensar que la mayoría de los seres
humanos deja de producir cuando tiene lo que necesita y desea.
No es posible saber cuántas personas no son
ricas porque no tienen ganas de serlo.
Son las necesidades y los deseos insatisfechos
los que alientan la productividad, el ahorro y el enriquecimiento.
Sin embargo, algunas personas con rasgos
similares a la bulimia, una vez que han logrado dar plena satisfacción a sus
necesidades y deseos, continúan buscando más y más recursos.
Los artículos que integran este blog aluden a
la «pobreza
patológica», entendiendo por tal aquella que no está dentro de los objetivos de
quien la tiene y contra la que lucha infructuosamente.
Es posible
hablar de «riqueza patológica» (1).
Efectivamente,
así como los bulímicos son personas que no logran saciar su hambre, es posible
suponer que los ricos son personas que no logran dar satisfacción a las
necesidades y deseos que se satisfacen con dinero.
En una
visión panorámica de nuestra especie, podemos observar que existe:
— Un grupo
mayoritario de personas pobres cuya calidad de vida requiere que las necesidades
y los deseos se mantengan moderadamente satisfechos;
— Un grupo
minoritario de personas ricas, demanda exactamente lo contrario al anterior
pues necesitan que las necesidades y los deseos sean satisfechos con
inmediatez, con recursos excesivos y hasta sobreabundantes. Parte del plus que
necesitan lo gastan en exaltar publicitariamente sus propias virtudes pues
también son bulímicos consumidores de aprobación, prestigio, poder, figuración,
ostentación, lujo;
— La clase
media está compuesta por personas que paran de producir cuando tienen lo
suficiente. Respecto a la satisfacción de sus necesidades y deseos poseen una
actitud equidistante entre los pobres y los ricos.
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