miércoles, 3 de octubre de 2012

Somos diferentes



   
El sistema educativo no publicita cuánto mejor estaríamos si entendiéramos de una vez por todas que «los demás no son iguales a mí».

Desde 2007 hasta hoy, este será el octavo artículo que publico donde el proverbio «No le hagas a los demás lo que no querrías que te hicieran a ti», tiene un rol protagónico (1).

El sistema educativo que rige en nuestros países tiene, como uno de sus cometidos más importantes, hacernos entender que, si bien todos parecemos iguales, no lo somos en realidad, que compartimos aspectos muy importantes pero que en el fondo nos diferenciamos por nuestros deseos.

Si nuestros deseos son diferentes, entonces también seremos diferentes por cómo está diseñada nuestra personalidad en consonancia con nuestro menú de deseos.

Dado que tenemos diferentes deseos y, por lo tanto diferentes personalidades, nuestra anatomía también es distinta porque, por razones de salud, tenderá a estar en armonía con esos deseos, con nuestra personalidad y con el contexto social al que pertenecemos.

Con estos pocos elementos ya podemos estar afirmando que los humanos tenemos algunos rasgos de semejanza pero la mayoría de esos rasgos son diferentes.

Un rasgo diferenciador muy importante es nuestro sexo anatómico: no es lo mismo tener deseos contando con útero a tener deseos sin contar con él.

Puesto que la única misión (2) que tenemos los seres vivos consiste en conservar la especie a la que pertenecemos, el aparato reproductor nos diferencia fuertemente ... y, ni qué hablar sobre ¡cómo nos diferenciamos varones y mujeres en la función sexual!

Pero, justo es señalarlo, los sistemas educativos de nuestros países no cumplen sus objetivos. Apenas nos ofrecen el acceso a algunos datos pero no los publicita, no nos informa sobre cuánto mejor estaríamos si entendiéramos de una vez por todas que «los demás no son iguales a mí».

             
(This is the Article Nº 1.691)

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