Un buen ciudadano es aquel que
sabe todo lo débil que es, acepta poseer los peores atributos, pero sabe
convivir.
Que seamos una de las especies más vulnerables
es determinante de varias características humanas que tienen por cometido
compensar esa debilidad.
Sin embargo, por algún motivo, intentamos
ignorar que tratamos de contrarrestar esa particularidad que, probablemente sea
avergonzante para quienes aspiramos a ser los reyes de la creación.
Algunas de esas características son:
— Agresividad: todos los animales la tienen pero
nosotros la tenemos mejor desarrollada por el simple hecho de que somos más
incompletos que los demás;
— Rencor (afán de venganza): puesto que nuestros
principales enemigos suelen ser los mismos humanos, tenemos que combinar la
memoria con la agresividad para disuadir a quienes supongan que somos una presa
fácil para sus intenciones depredadoras;
— Envidia (deseo e impulso a ocupar el lugar de quienes están mejor):
es vital para nosotros huir de esa debilidad que nos es propia, por eso, cuando
vemos a otros que han alcanzado logros superiores a los nuestros, intentamos
hacer lo mismo o, en todo caso, quitarle ese bienestar para que deje de
molestarnos una referencia tan perturbadora;
—
Desconfianza: necesitamos ser casi
paranoicos para que los peligros no lleguen a afectarnos. Suponer lo peor
parece una buen técnica para estar preparados, sin olvidar que «lo peor para
una persona débil», es casi todo.
En
muchos artículos he mencionado el conocido proverbio «Conócete a ti mismo». Quizá
sea el eslogan más adecuado para el psicoanálisis.
Esta
lista de características humanas no es completa y mucho menos optimista, pero
el objetivo de este artículo consiste en comentar con usted que un buen
ciudadano es aquel que sabe todo lo débil que es, acepta poseer los peores
atributos (agresividad, rencor, envidia, violencia, odio homicida, ladrón,
estafador, etc.), pero sabe convivir.
Otras
menciones del concepto «Conócete a ti mismo»:
(Este es el Artículo No. 1694)
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