domingo, 4 de septiembre de 2011

Las mujeres son más pobres que los hombres

Simbólica e inconscientemente, una mujer pobre es más femenina, deseable y apta para ser fecundada y un hombre rico es más masculino, deseable y apto para fecundar.

Sobrevivir como individuos y como especie constituyen la única misión (1) de todo ser vivo. Cualquier otro desempeño es accesorio, innecesario, superfluo.

Por este motivo nuestro cuerpo y sus respectivas funciones son imprescindibles para sobrevivir como individuos mientras que es el aparato genital el verdaderamente importante para la conservación de la especie.

Algunas personas recelan del tratamiento reiterado de los asuntos sexuales sin considerar quizá esta importancia fundamental y sin considerar tampoco la influencia de una cultura notoriamente represora de esta función vital.

Los órganos más protagonistas de esta única misión (reproducirnos) son los genitales de uno y otro sexo.

Las formas de esos genitales permiten la complementariedad (el pene sobresale y la vagina es un hueco).

Esos aspectos más visibles llegan a la conciencia en forma de lenguaje y es así como cada sexo tiene o no tiene lo más visible: el pene.

Esta simplificación con el verbo «tener» surge exclusivamente de los aspectos visuales porque en rigor, hombres y mujeres «tienen» órganos genitales.

El verbo «tener» queda entonces asociado a los rasgos genitales masculinos (tener) y femeninos (no tener), para todo otro uso que se haga de él.

Esta hipótesis que estoy desarrollando en torno a

— la «misión» reproductora,
— la genitalidad de ambos sexos y
— el verbo «tener»,

explicaría por qué la pobreza afecta mayormente a las mujeres.

Ellas, necesitadas de poder complementarse con los hombres para embarazarse, «no tienen» (pene) y sí tienen un hueco que simboliza la carencia (pobreza), lugar apto para poner, para llenar ... de semen.

En suma: De una cultura «machista» deriva que sus mujeres prefieran «no tener» (bienes, patrimonio, riqueza) para sentirse femeninas.

(1) La única misión

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