domingo, 4 de septiembre de 2011

El deseo es inconveniente

Porque las mujeres necesitan disimular su deseo de copular con el hombre que les interesa, nos enseñan a disimular todo tipo de deseo.

En otro artículo (1) comento que la mujer tiene que disimular su interés por el hombre que la embarazará porque de no hacerlo seguramente él podría desentenderse de la parte de responsabilidad que asume al fecundarla.

Los humanos, como otros animales, tenemos mal repartido el compromiso vital con la conservación de la especie porque las hembras asumen una cuota infinitamente mayor a la cuota de los machos.

Como somos una especie tan vulnerable, que demora tanto en alcanzar la adultez, la que tarda más en desarrollarse lo suficiente para hacerse cargo de fecundar y proteger a los nuevos ejemplares (niños), hemos elaborado un conjunto de usos y costumbres que denominamos cultura.

En suma: los humanos tenemos un desempeño igual o superior a otras especies porque creamos normas de convivencia que se mezclan con los instintos hasta convertirnos en seres viables, capaces de sobrevivir a pesar de nuestra debilidad congénita.

En otras palabras, si no fuera por las costumbres, organizaciones, leyes, familias, no sobreviviríamos.

Como digo al principio, las mujeres tienen que simular ser conquistadas por los varones para que esta cultura imprescindible y complementaria de los instintos, nos permitan vivir muchos años.

Si nuestra madre (esa mujer que aparentó ser conquistada) tuvo que reprimir su deseo de tener sexo con nuestro padre sin ningún disimulo, seguramente nos trasmitió, sin quererlo, la idea de que debemos ocultar nuestros deseos para no salir perjudicados.

Así como la cultura le impuso a mamá “hacerse rogar”, “reprimir su deseo de hacerse embarazar” para asegurarse de que papá no nos abandonara, tampoco son convenientes otro tipo de sinceridades, confesiones, demostraciones.

Quizá somos pobres porque exageramos la represión de nuestros deseos.

(1) La histeria aparente

●●●


No hay comentarios: