Varones y mujeres no pertenecemos a la misma especie (1) ni los roles femeninos y masculinos están tan predeterminados anatómicamente.
Las mujeres y los varones somos integrantes de
la naturaleza, formamos parte de ella, nos parecemos bastante y eventualmente
podemos complementarnos, así como las nubes se complementan con el viento frío
para producir la lluvia, o los desniveles en los territorios hacen que las
corrientes de agua circulen en un único sentido hacia alguna desembocadura, así
como la mezcla de algunos productos químicos forman un tercero totalmente
distinto, como son el oxígeno y el hidrógeno, que misteriosamente se convierten en agua, elemento este tan diferente
a cada uno de sus componentes cuando estaban separados.
Como decía, estos dos integrantes de la
naturaleza (mujeres y varones), que hemos convenido en designar como
integrantes de la especie humana, eventualmente se
complementan.
Existen
quienes tienen paciencia y quienes no la tienen: los primero pueden ser útiles
para cocinar alimentos a fuego lento, los segundos para resolver temas
urgentes. Algunos tienen habilidad manual y otros tienen mucha fuerza en los
brazos: los primeros sirven para perfeccionar los detalles y los segundos para
cambiar de lugar volúmenes pesados. Algunos saben hablar con gran claridad y
otros saben escuchar con mucha atención: convendría que este escuchara al
primero. Algunos tienen vagina y otros pene: convendría que estos fecundaran a
los primeros.
Estos
tres párrafos intentan hacer una descripción despojada del prejuicio según el
cual los humanos somos todos iguales al punto que los varones son mujeres con
pene o al revés, que las mujeres son varones sin pene.
En
estas descripciones la complementariedad está expuesta como más casual, no tan
predeterminada porque no siempre un varón desea copular con una mujer, porque
no siempre la anatomía femenina se corresponde con un temperamento femenino,
etc.
(Este es el Artículo Nº 1.719)
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