Algunas piensan (aunque no lo
dicen), que «ellos deberían ser como nosotras», y viceversa.
Los varones buscan la aceptación sexual de
varias mujeres porque son naturalmente polígamos y las mujeres buscan la
aceptación global de la mayor cantidad de gente posible porque son naturalmente
dependientes de ser amadas, protegidas, mimadas, como una abeja reina.
La especie «mujer» y la especie «varón», son igualmente
adorables, pero nos ponemos de mal humor cuando pretendemos funcionar como si
fuéramos de la misma especie.
Este no es
un problema exclusivo de los homosexuales. Los heterosexuales también
pretendemos que el otro sexo se nos parezca, dando por cierto que si sus gustos
y conductas difieren de las nuestras, nos están criticando, desautorizando,
juzgando.
Lo planteo
en otro tema para ser más claro.
Si una
persona gusta comer productos del mar y el otro no los puede ni oler, es muy de
los seres humanos que alguno de los dos sienta que el otro lo está criticando
indirectamente por no tener la misma preferencia.
Ocurre muy
a menudo que, cuando le preguntamos a alguien si le gusta el verano, en vez de
decirnos serenamente que no, que prefiere los climas fríos, le agregue a la
respuesta un énfasis que incluya, por ejemplo, asco por la transpiración, furia
contra la pesadez, repulsión contra las moscas.
Para muchas personas, los gustos son
cuestiones valorativas, éticas, sagradas.
Muchas
personas piensan (aunque no lo dicen): «Es bueno tener mis
gustos. Yo gusto de lo que gusto porque es lo mejor que un ser humano puede
preferir. No preferirlo es de malas personas, de viciosos, de desprolijos, de
incultos, de insensatos».
Es con esta
forma de ver las cosas que muchos hombres y mujeres no logran entenderse.
Piensan (aunque no lo dicen), que «ellos deberían ser como nosotras», y
viceversa.
(Este es el
Artículo Nº 1.660)
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