lunes, 3 de septiembre de 2012

Los gustos éticamente correctos




Algunas piensan (aunque no lo dicen), que «ellos deberían ser como nosotras», y viceversa.

Los varones buscan la aceptación sexual de varias mujeres porque son naturalmente polígamos y las mujeres buscan la aceptación global de la mayor cantidad de gente posible porque son naturalmente dependientes de ser amadas, protegidas, mimadas, como una abeja reina.

La especie «mujer» y la especie «varón», son igualmente adorables, pero nos ponemos de mal humor cuando pretendemos funcionar como si fuéramos de la misma especie.

Este no es un problema exclusivo de los homosexuales. Los heterosexuales también pretendemos que el otro sexo se nos parezca, dando por cierto que si sus gustos y conductas difieren de las nuestras, nos están criticando, desautorizando, juzgando.

Lo planteo en otro tema para ser más claro.

Si una persona gusta comer productos del mar y el otro no los puede ni oler, es muy de los seres humanos que alguno de los dos sienta que el otro lo está criticando indirectamente por no tener la misma preferencia.

Ocurre muy a menudo que, cuando le preguntamos a alguien si le gusta el verano, en vez de decirnos serenamente que no, que prefiere los climas fríos, le agregue a la respuesta un énfasis que incluya, por ejemplo, asco por la transpiración, furia contra la pesadez, repulsión contra las moscas.

Para muchas personas, los gustos son cuestiones valorativas, éticas, sagradas.

Muchas personas piensan (aunque no lo dicen): «Es bueno tener mis gustos. Yo gusto de lo que gusto porque es lo mejor que un ser humano puede preferir. No preferirlo es de malas personas, de viciosos, de desprolijos, de incultos, de insensatos».

Es con esta forma de ver las cosas que muchos hombres y mujeres no logran entenderse. Piensan (aunque no lo dicen), que «ellos deberían ser como nosotras», y viceversa.

(Este es el Artículo Nº 1.660)

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