La espiritualidad puede ser el desenlace de una fuerte represión sexual que alcanza inclusive a los cobros en dinero.
Aún reconociendo que más de la mitad de lo que
se dice en Facebook es falso, son muchas las personas que parecen muy
espirituales.
Aunque la espiritualidad tiene buena prensa,
algunos sienten que esa es la forma de ser queribles, respetables, confiables.
Una persona que dice tener poco interés en lo
material parece indicar que no nos robará, nos devolverá lo que le prestemos y
que podremos invitarla a nuestra casa sin que se quede a vivir para siempre.
La genealogía (la cadena causas-efectos) de la
espiritualidad suele ser el resultado de una represión a la sexualidad.
Quienes imaginen tener genitales peligrosos
porque son capaces de provocar cosas tan horribles como un embarazo indeseado,
una enfermedad venérea o un sometimiento vergonzoso hacia quien sea capaz de
provocar placer, quienes imaginen todo esto, repito, tendrán una gran temor a
cualquier señal erótica (miradas, gestos, piropos, roces).
Hace unos años comentaba (1) que el orgasmo es
la remuneración
que paga la naturaleza a quienes intentan conservar la especie
mediante la actividad sexual.
El placer que sentimos en el acto sexual es
suficiente para que lo hagamos impulsivamente, con el resultado a veces
indeseado de gestar una nueva vida.
Quienes tienen asociado el placer sexual a
situaciones siempre negativas, vergonzosas, perjudiciales, claramente lo
evitarán. Muchas veces el cuerpo colabora con esa represión inconsciente
provocando anestesia en los genitales, anorgasmia, eyaculación precoz,
impotencia.
Es posible plantear como hipótesis que esa
renuencia a disfrutar de la sexualidad, pueda ser también un rechazo a eso que
nos «paga»
la naturaleza por concepto de «conservación de la especie».
La
espiritualidad puede ser el desenlace de una fuerte represión sexual que
alcanza inclusive a los cobros en dinero.
(Este es el
Artículo Nº 1.638)
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