Como la mayoría somos económicamente pobres, podríamos
pensar que el hemisferio cerebral izquierdo funciona mejor en la pobreza.
Los humanos somos la especie más vulnerable,
la que tiene que cuidar a sus crías por más tiempo para que lleguen a la
adultez.
La violencia, las soluciones extremistas y
radicales, son propias de los más débiles. Acosados rápidamente por la
desesperación, tomamos medidas extremas. Sólo nos tranquilizan las soluciones
radicales, las que en su mayoría incluyen la muerte de aquel o aquello que nos
ponga nerviosos.
La medicina tiene en la cirugía su expresión
más violenta, radical y bélica. No solamente somos extremistas por naturaleza
sino que, uno de nuestros principales referentes morales (la medicina), emite
permanentemente ejemplos de muerte (del tejido que corta, extrae, amputa),
aunque sea con el pretexto de salvar vidas... las que no siempre se salvan con
este criterio y desconociendo además, que existen otras técnicas curativas
menos violentas y con resultados similares.
Muchas evidencias nos llevan a pensar que el
cerebro humano, al estar dividido en dos hemisferios, podría tener uno más
desarrollado que el otro.
Esta característica anatómica y funcional nos
llevaría a percibir la realidad en dos polos: lo bueno y lo malo, lo blanco y
lo negro, la vida y la muerte.
La existencia de estos dos hemisferios, de los
cuales uno funciona mejor que el otro, hace que una mayoría no pueda percibir
la realidad en forma completa sino que, si percibimos lo bueno no percibimos lo
malo, si percibimos la vida, no percibimos la muerte, etc.
Según se comenta, en la mayoría de los humanos
el hemisferio izquierdo está mejor desarrollado que el hemisferio derecho.
Dado que es un dato comprobado que la mayoría
de los humanos somos pobres, podríamos pensar que el hemisferio izquierdo
funciona mejor en la pobreza.
(Este es el
Artículo Nº 1.627)
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