La sexualidad humana es complicada para los mismos humanos porque tenemos que observarla haciendo uso de un lenguaje impreciso.
En otro artículo (1) afirmo que la sexualidad
es sencilla e intento fundamentar esa afirmación diciendo que somos una especie
mamífera como cualquier otra. Sin embargo, el resto de mis artículos se dedican
a describir, proponer hipótesis y tratar de entender por qué, a pesar de ser
tan sencillos, no logramos entendernos.
Precisamente, refiriéndome a los vínculos
incestuosos en otro artículo (2), debo reconocer que podría aceptar una teoría
para explicar la relación madre-hijo pero excluyendo las otras formas de
vínculos incestuosos.
En el referido artículo (2) hago mención a la
relación incestuosa que puede establecerse entre la hija y su madre.
Guiándome por lo que suele verse en las películas
pornográficas (material de estudio al que la ciencia menciona pocas veces como
fuente de información respetable), observo que se repiten las escenas de
lesbianismo en el que las mujeres se complacen mutuamente besándose sobre todo
en las zonas erógenas: vagina, ano, boca, senos.
Sin dejar de aceptar la hipótesis de que el
único «vínculo
incestuoso» sea el acto de penetración vaginal por el que
el varón intenta volver al útero materno, podría también aceptarse que la
sexualidad oral constituye un intento de entrar (con la lengua en vez del pene)
en el cuerpo de la madre, fantaseando con satisfacer el inconsciente anhelo de
volver a la vida intra-uterina.
Seguramente estas disquisiciones le quitan
cualquier rasgo de sencillez a la sexualidad humana. La principal fuente de
complejidad surge de una mente que intenta verse a sí misma, con un alto grado
de subjetividad, careciendo de una distancia emocional mínima para que la
observación, (auto-observación, en este caso), pudiera ser confiable y que solo
puede pensar con palabras de múltiples significados.
(Este es el
Artículo Nº 1.635)
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