viernes, 1 de junio de 2012

Padres que empobrecen a sus hijos


  
Algunos padres provocan la pobreza de sus hijos discapacitándolos para ser egoístas, arriesgados y libres de una gratitud ilimitada.

Me resulta increíble que los humanos podamos tomar decisiones genuinas. Más bien creo que somos gobernados íntegramente por la naturaleza pero que nuestras mentes generan la opinión de que todo eso que «hacemos» también lo decidimos libremente.

Lo real es que estamos 100% determinados por la naturaleza, que no somos responsables de nada, sin perjuicio de lo cual, cuando cualquier ser vivo (incluyéndonos) cumple con error las leyes naturales, es corregido con prontitud (por la misma naturaleza), mediante accidentes, enfermedades, dolor.

Por ejemplo, quien corre a más velocidad de lo que las leyes de la física admiten, no pasará mucho tiempo sin que se estrelle contra algún objeto rígido, con las consecuencias (¿sanciones?) imaginables.

En suma: no somos libres, no tomamos ninguna decisión, no somos responsables de nada, pero nuestro cuerpo se expone a grandes pérdidas (de la vida, inclusive) cuando no cumple las Leyes Naturales.

Es con la idea hasta aquí descrita que les comento un procedimiento para que los seres humanos tengan pocos recursos materiales (pobreza).

Los humanos estamos impulsados a tener hijos (para conservar la especie), pero algunos están poseídos por una segunda intención: lograr que esos hijos los adopten cuando sean ancianos, que los lleven a vivir a sus hogares, que los cuiden, protejan, ayuden y mimen durante los últimos años de su existencia.

Para satisfacer esta estrategia (generalmente no explicitada ni reconocida por los mismos padres), tienen que educarlos en la generosidad, cuidar que no se lastimen (sobreprotegerlos) y adoctrinarlos para que sean eternamente agradecidos (de los cuidados paternos).

Los hijos criados con esta estrategia terminarán siendo pobres

— por falta de egoísmo saludable;
— por aversión (miedo) a los riesgos;
— por el sobreendeudamiento que provoca tanta gratitud.

No hay comentarios: