domingo, 23 de mayo de 2010

Fornicamos con seriedad

Cuando los seres humanos fornicamos nos ponemos serios. Nuestros gestos denotan muchos afectos pero sin perder la seriedad.

Los demás animales muestran una actitud indiferente, parecen distraídos, como si estuvieran haciendo algo mecánicamente.

Sin embargo sabemos que el coito es algo muy placentero antes, durante y después de practicarlo.

Antes y después pueden haber risas, bromas, baile, canto, pero en el momento de la penetración no hacemos nada de eso.

La importancia de la sexualidad se muestra por cuán sensible es a la buena salud. Cuando no estamos bien es lo primero que se resiente (desinterés, apatía, frigidez, impotencia).

Según he comentado en otros artículos, nuestra única misión es la misma que tienen los demás individuos de las otras especies: conservarnos (como individuos y como especie).

El deseo sexual siempre incluye la fantasía reproductiva. Que utilicemos barreras para evitarlo es una consecuencia de la economía, algo exclusivamente cultural (y antinatural) creado por los humanos para asegurar una mejor convivencia.

Todas nuestras acciones son vinculables al instinto sexual: trabajar, estudiar, jugar. Por ejemplo, trabajamos con placer para que a nuestros hijos no les falte lo necesario, estudiamos para poder trabajar, jugamos para divertirnos, para gozar, para recuperar fuerzas.

Y vuelvo al principio para decir que fornicamos con seriedad porque es la acción más importante (reproducirnos) y trabajamos, estudiamos, jugamos también «con seriedad» cuando tenemos la suerte de asociar todas nuestras actividades a lo más importante y placentero que tenemos para practicar: la sexualidad.

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