lunes, 7 de abril de 2014

Territorios ricos y pobres


Aunque estamos acostumbrados a pensar y a decir que los lugares con mayor riqueza ambiental son muy propicios para la mayorías de los seres vivos, sin excluir a nuestra especie, en los hechos podría ocurrir lo contrario.

El tema central de este artículo refiere al clásico asunto de la desigualdad entre pobres y ricos, pero enfocado desde otro punto de vista, es decir, tratando de ver qué relación existe entre los territorios pobres y su población, y, por lo tanto, qué relación existe entre los territorios ricos y su población.

Lo observamos tanto en los vegetales como en los animales: algunos hábitats son, para el desarrollo biológico, más propicios que otros.

Es probable que los humanos podamos vivir en cualquier lugar del planeta donde haya suficiente oxígeno, pero los resultados pueden ser muy diferentes.

Todo haría pensar que en los territorios más ricos el desarrollo humano es muy escaso mientras que, en los territorios más pobres, el desarrollo humano es mejor.

Así como en tierras tropicales la vida parece estallar en cantidad y en variedad, quizá sea cierto que los humanos pierden vitalidad y creatividad en parajes demasiado benignos.

Aunque estamos acostumbrados a pensar y a decir que los lugares con mayor riqueza ambiental son muy propicios para la mayorías de los seres vivos, sin excluir a nuestra especie, en los hechos podría ocurrir lo contrario.

Me animaría a decir que las desigualdades que deberían ocuparnos refieren a la riqueza o a la pobreza de los territorios que habita cada pueblo, porque las desigualdades socio-económicas entre los habitantes son mayores en los territorios ricos.

En esta línea correspondería estudiar, caso a caso, territorio a territorio, qué deberían hacer los seres humanos establecidos en territorios muy ricos para contrarrestar el perjuicio que esto les causa. Por el contrario, no debería ocuparnos qué hacer en los territorios de aridez ideal porque los pueblos que ahí se establezcan lograrán resolverlo dejándose llevar por el instinto animal que tenemos y que aparece cuando nos enfrentamos a desafíos de supervivencia.

(Este es el Artículo Nº 2.145)


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