sábado, 20 de noviembre de 2010

La filosofía profunda simplificada

El Diccionario de la Real Academia Española, define la palabra caleidoscopio, como «Tubo ennegrecido interiormente, que encierra dos o tres espejos inclinados y en un extremo dos láminas de vidrio, entre las cuales hay varios objetos de forma irregular, cuyas imágenes se ven multiplicadas simétricamente al ir volteando el tubo, a la vez que se mira por el extremo opuesto.»

Opino igual que usted: Esta descripción es totalmente ineficiente. Quien conoce el objeto, sabe que no es tan complicado como su definición.

Pero no puedo levantar mucho la voz porque yo no sabría cómo mejorarla.

Sin embargo, las imágenes que adjunto, nos permiten saber, entender o suponer, algo más.

Lo esencial que deseo compartir con usted es que, un caleidoscopio funciona porque un juego de espejos, muestra diferentes figuras, reflejando unos pocos objetos.

Nuestro cerebro —pero más específicamente nuestro inconsciente—, nos induce a percibir la realidad básica, elemental, la más simple, la que perciben los otros animales, como si fuera compleja.

Podríamos decir que el objeto más grande, es el instinto de conservación (de la especie y del individuo).

Otros objetos más pequeños, están relacionados con los anteriores y son, el instinto de poder o apoderamiento y el instinto gregario.

Nuestras existencias no tienen más ingredientes que esos. Todos los demás son derivados.

Por ejemplo, si nos gusta escuchar música, es porque ella nos estimula los centros nerviosos, de forma conveniente para la salud física, imprescindible para que se produzca nuestra conservación como individuos.

Por ejemplo, si tenemos deseos irrefrenables de copular con cierta persona, es porque el instinto de conservación de la especie nos compele a realizar ese acto tan difícil de eludir.

Existen millones de interpretaciones (percepciones) posibles de esa realidad mínima, elemental, simple.

Tal como si fuera un caleidoscopio.

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