jueves, 23 de diciembre de 2010

La prepotente prohibición del lesbianismo

Es probable que yo tenga un desmesurado afán de protagonismo, como me dicen algunas personas conocidas.

No solamente supongo que tienen razón sino que además estoy conforme con mi libertad para pensar, escribir y proponer ideas que no están en los diarios, revistas y libros de difusión masiva.

Claro que los amantes de Caperucita Roja, Pinocho y La Cenicienta, no quieren saber nada con mis ideas tan apartadas de lo que siempre se dijo, se opinó y se tomó como verdad incuestionable.

En un artículo ya publicado (1), repetí algo que dijo Jacques Lacan (simplemente porque nació antes que yo): «heterosexual es cualquiera que desee a las mujeres».

Si hombres y mujeres pudiéramos abandonar el machismo, es probable que terminemos considerando que el valor, utilidad y significación de ambos sexos es totalmente diferente.

En caso de que se hiciera una evaluación descontaminada de intereses sexistas, desapasionada y sin prejuicios, tendríamos que reconocer que

1º) Si consideramos que las únicas cosas que tenemos que hacer los seres vivos es cuidarnos como individuos y como especie (reproducirnos);

2º) Entonces, las mujeres, con su increíble cuerpo, capaz de gestar y alimentar, valen mucho más que el hombre.

Como desde hace milenios nos venimos organizando en base a la fuerza bruta, la violencia y la agresividad, casi todos somos más o menos machistas.

Somos machistas porque es el sexo que manda, gobierna, dirige y castiga a los desobedientes.

Cuando este régimen de dominación bestial caiga en desuso, entonces las mujeres podrán expresar libremente su preferencia por las demás mujeres y disfrutarán de los varones sólo como alternativa necesaria para embarazarse.

Hasta ahora ellas dicen preferir a los varones, en base a una costumbre que comenzó siendo miedo (por lo mismo que somos machistas).

Algún día las dejaremos salir del placar.

(1) «Si señora, voy corriendo»
Sabemos mucho de gays pero poco de lesbianas

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