jueves, 3 de junio de 2010

Me quiere mucho, poquito, nada ...

Todos los días, al levantarnos, tenemos una cantidad limitada de energía.

Esto es así para todos, jóvenes, viejos, hombres y mujeres.

Esa energía la necesitamos para cumplir nuestra única misión: conservarnos como individuos y como especie.

Para cumplir ambas tareas, aplicamos parte de esa energía a conseguir y conservar vínculos, porque siempre necesitamos la compañía de por lo menos una persona más. Solos, podríamos sobrevivir poco tiempo.

Conseguir y conservar los vínculos, nos consume energía de dos maneras:

1) Haciendo lo que nuestros compañeros aman en nosotros (trabajar, escuchar, acariciar, dejarnos mirar, permitirles que nos ayuden, alimentarlos, defenderlos, etc.), y

2) Demostrando o aparentando la existencia de esas cualidades que desean de nosotros quienes nos aman (exhibir resultados concretos, hacerles regalos, prometerles, maquillarnos, auto-publicitarnos, adularlos, etc.).

Necesitamos a los demás, pero la proximidad de la compañía depende de cada uno.

Hay personas que pueden sentirse acompañados por personas físicamente lejanas, mientras que otros casi no toleran la falta de contacto visual.

También es diferente la cantidad de esfuerzo que hace falta para atraer y conservar los vínculos.

Algunas personas son naturalmente atractivas, pero otras tienen la necesidad de hacer o aparentar grandes proezas para lograr atraer y retener los vínculos.

En relación con esta otra particularidad que nos caracteriza, es oportuno recordar la fábula de la liebre y la tortuga.

Al correr una carrera, la liebre —muy confiada en su natural velocidad (atractivo) —, se echó a dormir pero se despertó cuando la tortuga había traspasado la meta.

Hasta acá, estuve haciendo un prólogo que fundamente la creencia en que la inseguridad personal es necesaria.

Culturalmente criticamos a la gente insegura, pero me atrevería a decir que las personas prosperan cuando temen el abandono y no prosperan (pobres patológicos) los arrogantes y altaneros como la liebre.

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