Retomo mi propuesta de que las únicas obligaciones que la naturaleza nos impone a los seres humanos son — al igual que en el resto de las especies —, conservarnos vivos el mayor tiempo posible y reproducirnos.
Por lo tanto los dos instintos que predominan en nuestras existencias son el de conservación y el de reproducción (sexual). El resto de nuestras preocupaciones no hacen más que remitirse directa o indirectamente a estos dos únicos objetivos vitales.
La búsqueda de nuestros recursos materiales para atender estas dos exigencias principales hace que a veces tengamos que movernos, cambiar de actitud, de mercado, de país, de amistades, de clientes, de proveedores y sobre todo tengamos que cambiar nuestra forma de ser.
Observe que el conflicto acá es inevitable porque el instinto de conservación por un lado nos obliga a conservarnos, pero resulta que este mismo instinto, enfrentado a ciertas circunstancias, nos obliga a cambiar (que es una forma de no conservarnos como éramos).
Cuando sabemos que nos enfrentamos a un conflicto previsto por la naturaleza, éste puede vivirse con menor desgaste emocional porque el conocimiento siempre disminuye el dramatismo.
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