La hembra humana en celo inflama al macho para que
pueda penetrarla. Esa inflamación puede alcanzar al ego del varón y demorar
demasiado tiempo en retomar el estado anterior, complicando así la relación
entre cónyuges.
Si los humanos no fuéramos
neuróticos todo funcionaría mejor.
La neurosis es una
consecuencia del conflicto entre los instintos naturales y las normas sociales.
Como la represión de nuestros deseos es perjudicial para la salud mental,
terminamos con una cantidad de dificultades adaptativas que denominamos
neurosis.
¿Cómo somos?
La mayoría cree que esta
pregunta ya tiene una respuesta, pero no es así. Lo que sí tenemos son
opiniones de personas o instituciones que han adquirido una merecida o
inmerecida fama, pero que no por eso saben la verdad.
En otras palabras: varias
personas tienen una voz muy prestigiosa y por eso creemos que sus aseveraciones
son verdaderas. Lamentablemente no es así. Esas personas, sus libros, sus
conferencias, solo dicen lo que ellas creen por ahora y nosotros lo aprobamos
pasivamente, porque nos sirve suponer que la ciencia ha llegado tan lejos como
para saber del ser humano.
Lo cierto es que sabemos
bastante, pero mucho menos de lo que los prestigiosos nos hacen creer.
Una versión de cómo es la
naturaleza con nuestra especie indica que nuestras hembras también son las que,
cuando están en celo, convocan a los machos (varones), los endiosan haciendo
que se inflamen de orgullo, gracias a lo cual el pene también se inflama
(endurece), alcanzando la rigidez necesaria para penetrarlas y depositar el
semen en la vagina.
Este artículo refiere
precisamente al posterior fenómeno de desinflamación narcisística.
Efectivamente, algunos varones padecen una inercia que conspira contra la buena
convivencia con la mujer que los excitó.
Efectivamente, si bien casi
todos vuelven a tener un pene fláccido, suele no ocurrir lo mismo con los
aspectos psicológicos. Esos varones creen que la mujer los endiosó, los
idolatró, quedó profundamente enamorada, pero por sus encantos naturales de
macho fecundador. Cuando él se confunde de este modo, se convierte en un ser
arrogante, que intenta subordinar permanentemente a su compañera.
En suma: si no se desinflama su ego, el señor
se convierte en alguien insoportable que tendrá que ser ahuyentado del hogar.
(Este es el Artículo Nº 2.213)
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