sábado, 7 de junio de 2014

La erección que no baja



 
La hembra humana en celo inflama al macho para que pueda penetrarla. Esa inflamación puede alcanzar al ego del varón y demorar demasiado tiempo en retomar el estado anterior, complicando así la relación entre cónyuges.

Si los humanos no fuéramos neuróticos todo funcionaría mejor.

La neurosis es una consecuencia del conflicto entre los instintos naturales y las normas sociales. Como la represión de nuestros deseos es perjudicial para la salud mental, terminamos con una cantidad de dificultades adaptativas que denominamos neurosis.

¿Cómo somos?

La mayoría cree que esta pregunta ya tiene una respuesta, pero no es así. Lo que sí tenemos son opiniones de personas o instituciones que han adquirido una merecida o inmerecida fama, pero que no por eso saben la verdad.

En otras palabras: varias personas tienen una voz muy prestigiosa y por eso creemos que sus aseveraciones son verdaderas. Lamentablemente no es así. Esas personas, sus libros, sus conferencias, solo dicen lo que ellas creen por ahora y nosotros lo aprobamos pasivamente, porque nos sirve suponer que la ciencia ha llegado tan lejos como para saber del ser humano.

Lo cierto es que sabemos bastante, pero mucho menos de lo que los prestigiosos nos hacen creer.

Una versión de cómo es la naturaleza con nuestra especie indica que nuestras hembras también son las que, cuando están en celo, convocan a los machos (varones), los endiosan haciendo que se inflamen de orgullo, gracias a lo cual el pene también se inflama (endurece), alcanzando la rigidez necesaria para penetrarlas y depositar el semen en la vagina.

Este artículo refiere precisamente al posterior fenómeno de desinflamación narcisística. Efectivamente, algunos varones padecen una inercia que conspira contra la buena convivencia con la mujer que los excitó.

Efectivamente, si bien casi todos vuelven a tener un pene fláccido, suele no ocurrir lo mismo con los aspectos psicológicos. Esos varones creen que la mujer los endiosó, los idolatró, quedó profundamente enamorada, pero por sus encantos naturales de macho fecundador. Cuando él se confunde de este modo, se convierte en un ser arrogante, que intenta subordinar permanentemente a su compañera.

En suma: si no se desinflama su ego, el señor se convierte en alguien insoportable que tendrá que ser ahuyentado del hogar.

(Este es el Artículo Nº 2.213)


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