Quizá la escasez beneficie nuestra salud, pero la
vida parece más placentera cuando podemos satisfacer nuestras necesidades y
deseos.
Al escuchar uno de mis videos
me oí decir que la manera más efectiva de estimular alguna actitud en el ser
humano hay que prohibírsela y me refería más concretamente a todo lo que, desde
hace milenios, venimos haciendo con la sexualidad.
En ese video decía que la
prohibición del incesto y el tabú que obstaculiza el deseo sexual han sido muy
eficaces para lograr que nuestra especie sea muy abundante en ejemplares, lo
cual no deja de ser la mayor de las riquezas.
Si fuera procedente
compararnos con las demás especies deberíamos reconocer que somos la más
próspera del planeta, aunque no tenemos datos sobre en qué situación están los
microorganismos cuyo censo nos resulta impracticable.
Pero no solo llevándonos la
contra entre nosotros logramos optimizar nuestro desempeño. Es posible observar
que los pueblos que habitan regiones muy prósperas y paradisíacas (estoy
pensando en las zonas tropicales y fértiles), no lucen muy trabajadores y
ambiciosos, mientras que los más activos están en las regiones donde la
naturaleza es menos paradisíaca (estoy pensando en las zonas frías y menos
fértiles).
Por lo tanto, cuando tenemos
una vida fácil vivimos en la pobreza y cuando tenemos una vida menos fácil, la
lucha por superar las dificultades impuestas por el medio nos llevan a tener
mejor calidad de vida.
Quizá sea un error, pero
parece más cómoda la abundancia que logramos con nuestro esfuerzo que la
escasez que pueda imponernos un hábitat precario.
Quizá la austeridad sea
desagradable, aunque indirectamente beneficiosa, pero parece más cómodo tener
varios televisores, una casa con varios dormitorios y varios baños, contar con
una casa para vacacionar, que cada integrante de la familia disponga de su
automóvil.
(Este es el Artículo Nº 2.055)
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