martes, 22 de junio de 2010

La violenta violación educativa

Nuestra única misión consiste en defender la vida de la especie, para lo cual debemos cuidar a los que ya nacieron y tratar de generar nuevos ejemplares que reemplacen a los que inevitablemente iremos muriendo.

Por lo tanto, es legítimo afirmar que los sentimientos más importantes son el amor hacia lo que contribuya a cumplir la misión y el odio a todo lo que obstaculice su cumplimiento.

Desde este punto de vista, la sexualidad es la función esencial para el cumplimiento de la única misión, porque contiene el amor con el cual nos unimos para fecundarnos y el odio (agresividad) con el cual nos defendemos.

Los términos amor y odio se corresponden con las expresiones atracción sexual y rechazo sexual .

La educación forma parte de la única misión, porque para poder conservarnos y reproducirnos, tenemos que aprender a trabajar para conseguir los recursos que demanda existir.

Por lo tanto, la educación obtiene energía del amor y de la sexualidad.

La pasión por saber, por desarrollar destrezas, por satisfacer la curiosidad, el deseo de producir, de crear, inventar, descubrir, son impulsos amorosos y sexuales (aunque no genitales).

Para aprender, el alumno debe estar motivado para estudiar. Tiene que estar predispuesto a incorporar las ideas, nociones y datos que se le ofrecen.

Sin embargo, la cultura hace algo indebido.

Los sistemas educativos no piden el consentimiento a sus alumnos y —aunque sé que suena descabellado—, violan al estudiantado cuando imponen temas que no interesan a todos.

Los fracasos estudiantiles se explican como incompetencias de alumnos y/o profesores, pero la dificultad está en que sólo podemos aprender por amor a lo que nos gusta, nos atrae y nos excita.

Lo que no sea así, es una violación que genera la natural resistencia que llamamos fracaso escolar.

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