En un artículo publicado hace poco con el título La mujer de Juan Pérez les decía que nuestra psiquis actúa metafóricamente, esto es, repite el mismo esquema de diferentes formas.
Les comentaba que el afán de poseer un terreno donde poder sembrar, cultivar y cosechar lo que necesitamos para comer, se repite metafóricamente en el afán de poseer una mujer (terreno), fecundarla (sembrar y cultivar) para que nos dé hijos (cosechar), que luego nos ayuden.
Si tenemos en cuenta que casi todas nuestras acciones son semejantes entre sí (metáforas unas de otras) y que nuestra única misión es conservarnos (producir) y tener hijos (reproducirnos) (1), ahora les propongo pensar en el fatídico aburrimiento.
Cuando trabajamos con nuestras manos (reparando, cocinando, tejiendo), estamos creando.
En otras palabras, las tareas que hacemos son una forma de gestar, de reproducirnos, de preservar la especie.
La «tarea» que hace el útero cuando está gestando, se parece (metafóricamente) a lo que hace un artesano cuando moldea el barro, o a lo que hace un obrero cuando construye un edificio, o a lo que hace un escritor cuando escribe una novela.
Nuestro sistema nervioso necesita estímulos (trabajo, desafíos, curiosidad, diversión) en forma constante.
Cuando nuestro sistema nervioso recibe esos estímulos (aferencias), nos sentimos bien, disfrutamos de la vida, estamos entretenidos.
Cuando nuestro sistema nervioso no recibe esos estímulos, nos sentimos mal, tristes, aburridos.
Conclusión: las máquinas que hacen nuestro trabajo, también nos quitaron esos estímulos, que ahora tratamos de sustituir con temores por la salud, por la seguridad y por la economía.
Los estímulos que nos quitaron las máquinas, provienen de la creatividad y los estímulos sustitutivos que hemos encontrado, provienen del miedo.
La creatividad aporta mejor calidad de vida que el miedo.
1) Menos orgasmos y menos salario
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